viernes, 27 de diciembre de 2013

Fin de año

Llevo muchísimos días sin escribir… Y a escasos días de que termine el año, he tenido esa vaga sensación de ponerme a mirar atrás. No melancólicamente, sino para recordar cómo ha sido mi año. Escribo esto porque, seguramente será la última entrada del año. Este año es irresumible. Creo que no sabría hacer balance de este año porque casi he sentido las mismas veces que me moría por dentro como que iba a estallar de felicidad.

Vuelvo la cabeza hacia atrás y en mis recuerdos veo que el año empezó (dentro de lo que cabe) bien. Volvimos a la uni en Enero, como siempre, todo lleno de apuntes y colores fluorescentes sobre papeles y más papeles para preparar unos caóticos exámenes de Febrero, mes en el que, tras un cuatrimestre en el que Patri no había estado, ella volvió a Madrid. El trío volvía a la carga. En Marzo mi vida seguiría siendo la misma: estudios, trabajo, mi casa y la de Víctor, quizá la de Víctor era más mía que la mía propia, puesto que pasaba más tiempo allí. De Abril y Mayo no creo que recuerde mucho, supongo que lo mismo: trabajo y estudios, pareja, cero salir. Es lo que tiene. Poco a poco el calor fue llegando, los días eran más largos y lo mejor del año estaba por llegar: el verano. Junio fue de exámenes y lo cerramos con las fiestas de Torrejón, como siempre. Llegó el verano definitivamente y luego, Julio: con viajes, tardes en el parque, en la piscina con la mejor compañía, la fiesta sorpresa de mi cumpleaños. Agosto también fue entero de vacaciones: pero el calor fue subiendo mientras otras cosas fueron bajando, minando, desapareciendo. Los viajes de este verano me demostraron muchísimo: que quizá no me conocía del todo y que el tiempo era algo valioso. Sonrisas y lágrimas también en una semana en el pueblo, rodeada de grandes personas y conociendo a nuevas. El verano estuvo lleno de cambios, alegrías, de sensaciones, de lágrimas, de noches fumando hasta el amanecer, de amaneceres de incertidumbre, de risas agotadas y de llantos emocionales. Días tristes y difíciles se iban acercando lentamente puesto que a mi parecer el tiempo no pasaba, parecía congelarse... Por mucho que intentase que funcionase, que algo fuese eterno, algo dentro de mi, me decía que eso era imposible de conseguir. Debía separarme y seguir mi propio camino… Y me fui. A pesar del dolor que pude sentir la semana siguiente, la vida continuaba. Siguieron los viajes exprés, exámenes en Septiembre y culminé el verano con el bautizo de nuestra pequeña Martina.


Siempre en nuestras vidas nos rodeamos de personas equivocadas. He tenido suerte hasta el momento de haber tropezado con pocas piedras. Seguramente esto es consecuencia del orden y la limpieza compulsivos que tengo y voy quitando todo aquello que no me aporta nada… Con ello, las piedras que pueden acumularse en mi camino, las he ido apartando.

En ese mes (Septiembre), un trozo de mi se fue a crecer lejos, muy, muy lejos, pero de todo lo malo podemos sacar buenas experiencias y gracias a esto he podido experimentar una vez más que me rodeo de unas amigas excepcionales y, aunque es posible que yo muchas veces no les aporte lo que ellas necesitan, siempre que necesito un apoyo están a mi lado: Laura, Gema, Silvia, Carol, Patri y Rocío. Familia como Katwyn, mis Tilis, Pepa y mi pequeña Virginia, son también parte de este gran círculo. Siempre han estado cuando he pedido un “cuídame”, “ayúdame” o “te necesito”. Pues el año ha ido pasando y pasando, y de una forma u otra he ido quitando las piedras más grandes del camino con la ayuda de todas ellas. Incluso he conocido a dos grandes mujeres más que son dignas de nombrar: Ana y Nabila.

Octubre fue peculiar. Bueno, mi vida en sí lo ha sido siempre, pero, fue, digamos diferente. Pero el manto que se cernía sobre Noviembre pesaba como si estuviese mojado. Días tristes y difíciles llegaban. Y llegó el frío. El frío con el que pensaba que no llegarían alegrías, pero ¡cuán equivocada estaba! El comerme un helado en pleno Diciembre, las noches en Tabata, los bizcochos y las pizzas, compartir un cigarro, las risas de clase, el ir a trabajar por las noches y los madrugones, las compras, los viajes a Alicante, fotos y más fotos.
Tras asentar lo bueno y digerir lo malo, puedo decir que he seguido creciendo. Que sigo creciendo. He vuelto a aprender lo que había aprendido hacía muchos años, lo del año pasado, lo del anterior… Ha sido un año muy extraño la verdad, cosas que no creía perder las perdí, lo que pensaba que no era capaz de asumir, lo asumí, gente que se aleja, gente nueva, éxtasis de alcohol y de rabia, enfados, heridas y cicatrices, mentiras, falta de ganas, confianza, perdones…

Y necesito pedir perdón. Cuando cumplí 19 me prometí que no volvería a ser débil jamás. Que las cosas iban a cambiar. Que yo tenía que cambiar y que tenía que aprender a priorizar. Que no podía ser vulnerable. Pido perdón por haberme faltado el respeto a mí misma, porque en un lapso de tiempo, me permití serlo. Y eso que yo ya me había armado con mi corazón duro, de hecho, le pedí a Estopa el copyright de la parte de Destrangis in the night, que tanta mella hizo en mi por la parte de “Corazón con caparazón de rocas”. Silvia siempre me ha dicho que por gracia o por desgracia no siempre se puede recubrir así el corazón, aunque nosotras siempre hemos sido duras para todo aquello que nos han echado (somos las chicarronas!!)


Sigo orgullosa de mi misma, de mis decisiones (aunque no siempre sean acertadas, son mías), de los cambios y progresos que hago en mi vida aunque supongan determinadas situaciones, de los sacrificios que he hecho, pero, luego me ha merecido la pena. He aprendido a cambiar. Ha sido un año muy difícil, aunque aún quedan años por vivir (o eso espero). Si hay alguna palabra que pueda describir este año, sería la palabra obstáculo. Sí, esa es la definición perfecta para bien y para mal. Pase lo que pase, sigo en pie, ha sido un año lleno de NOVEDADES, por llamarlo de alguna manera. El año pasado haciendo repaso, pensaba ¿qué ocurrirá en 2013? Y ahora pienso lo mismo, pero con la vista hacia el nuevo año. 

Pero, las cosas que he vivido me han llenado tanto… Así finaliza otro año más, ahora voy de cabeza y llena de energía a por el siguiente. Río, lloro, odio, amo y experimento mi vida, la vivo. 
Porque aún me queda mucha guerra que dar.

lunes, 16 de diciembre de 2013

Decisión

¿Cómo saber cual es la decisión correcta?
Eso nunca es fácil... Pero en vez de andarse con tantos miramientos, voy a optar por ser más sencilla, en vez de complicarme tanto la vida... Sí, hoy, decido ser simple.
Y no, ser simple no quiere decir evitar lo complejo, renunciar a la sofisticado, negar la profundidad, contentarse con lo trivial. Ser simple significa mirar con ojos plácidos la esfinge de la complejidad y descifrar bien antes de ejecutar el riesgo… O ser devorado por ella.

Siempre hay que seguir, aunque sólo sea por curiosidad… En este mundo la gente nace para un solo objetivo: hacer cosas grandes y así darle sentido a su existencia. Para empezar si no estudias una carrera no eres nadie, lo de ser reconocido ya vendrá después con un poco de suerte y mucha batalla, aunque para lograr ese éxito hayas tenido que convertirte en un de los asesinos en serie más perseguidos en tu país. Qué más da, sigue siendo algo grande. Llega un punto en que no hay diferencia entre triunfadores y miserables. He acabado convenciéndome de verdad, ¡y como ha dolido! Toda una vida soñando con alcanzar esa diferencia para darte de morros contra el suelo. Ni tan solo te importa rodearte de gente que te habría hecho estancarte porque al final siempre pesa más lo de adentro, y en eso no hay quien se salve de ser mezquino.

Ya es hora de que vea mi vida con la luz que tiene. Ya es hora de que la viva como me merezco. Fuera las sonrisas a medias y las caídas donde me lleno de barro. Fuera las lágrimas.Voy a reventar mi marcador de alegrías. Me voy a hacer las alas más bonitas que hayáis visto jamás. Me las ataré a la espalda con hilo de color azul, cómo el cielo, y emprenderé mi viaje. Volaré alto, como si fuera un águila. Como una cometa que se eleva luchando por romper la cuerda que las ata a la tierra. Me iré donde el mundo esté hecho solo para mí. Me iré donde forme un único universo. Uno pequeño pero lleno de magia.

viernes, 13 de diciembre de 2013

Tiempo

Feliz viernes 13... Y es que ya ni las fechas malditas son tan malas, seamos positivos, que es viernes. Últimamente la gente se piensa que estoy dejando de lado algo, que me da todo igual. Al revés, me importa todo mucho, demasiado, y ojalá aprendiese a tomarme las cosas menos en serio. Simplemente quiero buenos comienzos (en todos los aspectos que giran alrededor de mi vida) y que el pasado se quede donde siempre tiene que estar, que es atrás.

A mi ya me advirtieron que el tiempo pone las cosas en su sitio, pero, ¿cuándo va a llegar ese tiempo? ¿Cuándo, cuándo, cuándo? De verdad, ¿cuándo? Soy muy impaciente lo sé, la palabra paciencia no existe en mi diccionario personal, ya había otras muchísimas palabras que me caracterizaban mejor (positiva o negativamente) como para tener la palabra paciencia en él. Puestos a enfocarnos en ella, no sirve para nada. Y tiempo, necesito tiempo, tiempo para curar, tiempo para ver a gente, tiempo para charlar, para reír, para disfrutar, para pasármelo bien, pero no dispongo de él, y sé hacer muchas cosas pero magia no es una de ellas. Quiero tiempo, ¿sabéis dónde puedo adquirir un frasquito de él? Uno pequeño, tampoco gran cosa, lo justo y necesario. Lo peor es darse cuenta de las cosas cuando ya nada se puede hacer.

Más. Sí, queda justo una semana para que me den las vacaciones de Navidad, y me encantaría ser de esas personas a las que la Navidad les encanta, y son súper felices cantando villancicos y pidiendo el aguinaldo, y ese tipo de cosas chorras que hace la gente en esta época. Pero a mi no. La detesto. En serio, me siento súper Grinch. Odio la Navidad. Sí, poner el árbol de Navidad con mis hermanos es motivador, os lo aseguro, pero me gustaría saber qué tipo de droga alucinógena se inyecta la gente en vena desde el 20 de Diciembre al 7 de Enero. Porque yo veo la misma falta de dinero en el país, soy consciente del mismo número de parados, de las injusticias de los gobiernos, de doctrinas que se aprueban así porque sí, del hambre en el mundo y de lo ricos que son otros mientras son capaces de llevar un anillo de dos millones de dólares mientras en Zimbawe se pelean por una mísera gota de agua. Que no, que Melendi cantaba "la Navidad la ha inventao' El Corte Inglés", e inventada por la cadena catalana o no, es repugnante. No por cantar Blanca Navidad soy más feliz. Que parece que en esos días nos encanta, e incluso yo puedo hacer acopio de olvidarme un poco, entre lo que bebes (ojo... Y lo que comes...), que estás con la familia, risillas por aquí, gambita por allá, champagne por acá... Pero el mundo sigue siendo el mismo. Ah, y a todo esto le añadimos el sorteo navideño televisivo de las películas de siempre: Solo en casa, Jack Frost y el arsenal de Richard Gere. El anuncio del Rey, el de la lotería (no voy a hablar del de este año porque me puede dar un síncope si vuelvo a imaginarme a la Caballé y a Raphael...) y el de Freixenet. Pues, bueno, puestos a elegir, yo prefiero El Grinch. A ver, que no es que odie el conjunto, que lo que odio es la gente en Navidad con su eslogan de "qué maravilloso es el mundo y qué felices somos estos días". Y es que, cuanto más se acerca, más enferma me pongo. ¿Cómo vas a ser feliz en Navidad? Dios, yo soy feliz en verano, con ropita fresquita, con sandalias y au, y no una camiseta térmica y dos jerséis de cuello vuelto, con mallas con forro interior y si se tercia un vaquero encima, y unas botas con dos pares de calcetines... Y abrigo y bufanda y guantes y orejeras y gorro, y eres el icono de Michelín, y súmale un bolso, de esos enormes que llevamos las mujeres que es como el de Mary Poppins (pero sin el como), que llevamos de todo...!! Pero Dios, por favor, si es que, el invierno es la época más anti-morbo del mundo. Me enrollo y me desvío. Que no sé a qué viene esa actitud de felicidad innata y que todos debamos tener un carácter como si acabásemos de salir de los Osos Amorosos, (yo no pasaría ese casting, obviedad obvia, soy anti-cariños). Que el mundo, en concreto nuestro país, HOLA ESPAÑA, está en decadencia. Y si te quieres olvidar, ¡perfecto! Repito, ojalá fuese yo capaz de hacer eso, o no, porque me parece hipocresía pura y dura, lamentablemente, no sirvo para eso, pero, de verdad, el 7 de Enero seguiremos igual. Es más, ¡peor! Que viene la cuesta de Enero y sube la luz, el agua, el transporte, ah no, que este año "se han recortado" en lo de subir el transporte, ¡qué gracia, que yo tenga que decir que ellos son los que se recortan!

Este mundo no es justo. Nadie dijo que lo fuese. Y aún así, ¿quién establece los límites entre lo justo y lo injusto? ¿El Gobierno? Porque me quedo patidifusa y puedo ser víctima de un ataque de risa en este mismo momento. Ojalá me diese. Nos hemos acostumbrado a nada. Pero el problema es que todos tenemos preguntas sin respuesta. Respuestas que soplan en direcciones opuestas.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Dreaming

Quizá ni siquiera se había planteado qué hacer el fin de semana. Quizá ni ella sabía lo que haría el resto de su vida. Sí, claro que lo sabía, siempre había estado segura de sí misma o había intentado estarlo. Se puso la cazadora de cuero marrón, se calzó las botas Ugg sabiendo que hoy no había previsión de lluvia (toda una suerte en la ciudad) y cogió un conjunto de guantes, gorro y bufanda en marrón. Decidió dejar el bolso, por lo que únicamente se ocupó de ir identificada, algo de dinero y el tabaco. Bajó por las escaleras, como siempre y en la calle le esperaba el frío. Se dedicó a deambular por las calles frías y otoñales de un Londres al que aún le faltaban horas para anochecer.

Entró en Starbucks para coger un white chocolate mocca, su café favorito y fue saboreándolo lentamente por la calle, admirando su alrededor, sabiendo que eso era lo que siempre había querido. El bullicio de la gente, las luces frenéticas y el correr de los coches. El centro de la ciudad, el metro y sus preciosos edificios. La humedad en el ambiente y ese cambio de aires que necesitaba en su vida, porque el corazón se lo pedía a gritos.

Sí, ella siempre había sido inquieta y siempre necesitaba cambios. No podía entrar en rutina, puesto que la consumía. El teléfono sonaba en casa mientras ella seguía caminando por las calles, feliz, sabiendo que su sueño estaba cumplido. Llegó hasta Trafalgar Square y se sentó bajo los leones, contemplando cómo iba atardeciendo, el paso de las personas y el tráfico que aumentaba. Los sorbos de su café le sabían a gloria mientras irradiaba felicidad por unas mejillas sonrosadas, aunque realmente, desconozco si el rosado era debido a felicidad o al frío. El último trago le recordó a su familia, ahora lejos, pero la decisión había sido tomada hacía mucho tiempo. Recordó su tatuaje mientras lo rozaba sobre la ropa: "the best is yet to come". Sacó el tabaco y encendió un cigarro. Recordó la de veces que se había dicho que dejaría de fumar, pero era el único capricho que se daba: un paquete de Marlboro. Se levantó y fue andando hacia la Galería Nacional, aunque fuese sólo para verla un minuto. El minuto se convirtió en media hora. Se dio la vuelta, hoy volvería a casa en metro, la noche se había cernido sobre la ciudad y empezaba a hacer mucho frío. Entró en la parada de Charing Cross y se bajó en la suya, Baker Street, una zona a la que pensaba que no accedería jamás. Subió las escaleras y una vez en casa, se puso el pijama y se preparó su cena favorita: un tazón de leche con Nesquik, plátano, frambuesas y cereales Crujientes All-Bran. Se sentó en el sofá y se puso a ver las noticias.

Se quedó dormida en el sofá, con el sonido del televisor de fondo y cuando llegó él, la despertó con un beso. Ella sonrió, se desperezó y mientras él se quedaba en la cocina, ella fue a la habitación. El móvil tenía quince llamadas perdidas y un whatsapp. Sabía de quién era. El whatsapp rezaba un simple "Lo siento". Ella sonrió amargamente pensando "llegas tarde". Apagó el teléfono y fue a la cocina, donde él la esperaba con una sonrisa y un cupcake de carrot cake... ¡Mi favorito!

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Mezcla

Me senté en la silla. Frente a mí, la mesa y el té rojo con limón que me miraba echando humo. Acerqué las manos a la taza para rodearla. El calor que desprendía me tranquilizó. Y pensé que esto no podía seguir así. La situación se hacía insostenible cada día que pasaba. El techo cuanto más alto más caía y el cielo cuanto más azul estaba más gris lo veía yo. "Pesimismo" gritaba mi interior. "Dolor" me decía la cabeza.

La mezcla de ambas me estaba martirizando. Las desgracias vienen de tres en tres, ¡qué cierto! Y parece que sales de una y te metes en otra. Así soy yo. Bueno, así ha ido siendo mi vida paulatinamente. Levanté la taza y bebí un sorbo a pesar de que sabía que me quemaría. El líquido fue atravesando como fuego mi garganta. Respiré. Aspiré. Solté el aire lentamente. Di vueltas y vueltas con la cucharilla a la taza. Vueltas y vueltas, como mi vida. La sensación de perdida me iba invadiendo lentamente y los ojos se me anegaron de lágrimas. "NO", me dije interiormente. Hacía mucho que me había prohibido llorar, pero había fracasado estrepitosamente. Había roto mi promesa interior. Bebí otro trago.

Esto no sólo venía por un problema. Los vasos no rebosan por una sola gota. Sino por el conjunto de muchas. Simplemente que hay una que lo colma. Eso no significa que la última gota tenga más culpa que las demás. Me quité el pañuelo del cuello y me lo puse sobre las muñecas. Reprimí las lágrimas, fui capaz de no llorar. Me recordé a mi misma que yo soy la que elige qué camino tomar, que la que lleva las riendas de mi vida soy yo, y que siempre hay tiempos malos, pero ya vendrán mejores. Que no hay mal que cien años dure. Que después de la tormenta viene la calma. Volví a beber.


Me recordé a mi misma que todo lo que está ocurriendo ahora mismo, tiene que tener un significado. Que todo pasa por algo. En esta vida nada ocurre en vano, desde luego. Quedaba media taza de té. Me levanté, cogí la taza y un Marlboro. Salí a la terraza y lo encendí. La primera calada fue intensa y me recordó a los días de verano con la música hasta las tres de la mañana, fumando y hablando con mi hermana, las dos en pijama y con las chanclas, con onzas de chocolate y con magdalenas. "Quiero volver a tener la sonrisa igual de encendida que esos días". Dí otro trago al té y dí otra calada. Sabía que ese cigarro lo apuraría hasta el filtro. Sonreí.

martes, 10 de diciembre de 2013

Soñar

Cerré el puño hasta que me clavé las uñas en las palmas de las manos y el dolor me hizo reaccionar. "Nunca más, nunca más, nunca más", me dije. Las lágrimas iban resbalando por las mejillas. La palma de la mano me dolía, pero el dolor interior era superior a cualquier daño o golpe físico. Me tumbé en la cama, me arropé sólo con la sábana y cerré los ojos.

Recordé una época en la que me creía capaz de todo, un tiempo en el que era la chica más positiva del mundo, a la que nada ni nadie podía vencer. Inocente de mí. Te diste el golpe contra la piedra más grande... Las lágrimas siguieron cayendo una tras otra sobre la funda de la almohada, ya húmeda. Y me dormí.
Soñé con una playa interminable por la que andaba incansable. Soñé con el viento que me acariciaba y me mesaba el pelo. Soñé con las risas y su eco. Soñé con los buenos momentos. Soñé con las mañanas de verano sentada en la terraza con un buen té, piña y tostadas con mermelada de castañas, en compañía de la familia y el buen tiempo. Soñé con bailar en tacones hasta las tantas de la madrugada y el placer que te da quitártelos cuando te duelen los pies. Soñé con los arcoiris que surcan el cielo del pueblo las tardes de lluvia y sol. Soñé con el sol sobre Montjuïc y la lluvia santanderina que te cala hasta los huesos. Soñé con los inviernos sentada entre las piernas de mi abuelo, él sentado en el sofá con sus gafas de leer mientras fumaba en pipa, cómo recuerdo ese olor. Soñé con los veranos en Cabo Roig todos juntos y las tardes de dominó y cartas. Soñé caminar por una vacía Gran Vía.

Desperté, con el puño apretado, agarrando la sábana. Había soñado con las luces de Navidad, a la que odio a más no poder. Sí, supongo que después de todo, la Navidad es una gran causante de mi malestar general. Pero desde hace trece años. Aunque marzo tampoco se queda corto.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Naufragio

Ir echando de más lo que antes echabas de menos...
Pero sigo echando de menos las horas muertas y las tardes vivas... Incluso las mañanas vivas. Las sorpresas que te da la vida, al salir de clase, al salir del trabajo, el contar historias sin sentido. Echo de menos el imaginar viajes imposibles, soñar despierta y no poder dormir... Aunque sigo sin poder dormir como yo desearía o querría, o podía hacer antes. Echo de menos estirar las noches y las risas que se tapan con la mano, los cambios de hora interminables y los cotilleos con los que se intenta ganar algo de tiempo. Echo de menos escuchar canciones que me transportan a otro tiempo, cuando antes, siempre que las oía, me transmitían todo lo que no me transmiten ahora. Echo de menos el comer sin pensar cuánto me va a engordar. Echo de menos las verdades y echo de más las mentiras. Las palabras que te sacan la mejor de las sonrisas e incluso pueden hacerte llorar, los lloros y las dichosas preguntas. Echo de menos poder sonreír sin tener que ocultar los parches que llevo por dentro, aunque eso implique que estoy mintiendo, ¿o es ocultar una verdad? Echo de menos los sueños imposibles y las fotos robadas que me sacan, en las que sale mi más profundo yo. Echo de menos leer un buen libro que me llene, que al leerlo me sienta la protagonista.

Echo de menos ser la protagonista de mi vida, porque últimamente me siento que no controlo lo más mínimo, que todo lo que cojo se me escapa como agua entre los dedos. Echo de menos los cafés al lado de mi chimenea que me sabían a gloria y ahora me saben a tristeza, vacío y la mayor desilusión. Echo de menos salir los viernes y la sensación de emoción que te recorre al ver a la gente que se besa al final de la noche o los borrachos que no quieren volver a casa, remolones, incansables. Echo de más este empacho de angustia, de Valiums y valerianas. Echo de menos cantar Joaquín Sabina, a pleno pulmón "y nos dieron las diez y las once, las doce y la una y las dos y las tres... Y desnudos al amanecer nos encontró la luna". Echo de más el sentirme el resto de un naufragio y echo de menos el romper de las olas contra las rocas. Echo de menos el ir al pueblo y el contagio de carcajadas a todas horas, el dormir tres horas y que con el paso del día te des cuenta de que da igual lo que duermas, que esas horas ya se recuperarán, porque los momentos allí son únicos: el aire puro, las compañías, las cantidades de colesterol y alcohol que ingerimos, los paseos interminables, las puestas de sol y sus amaneceres mirando las montañas mientras estamos de alboreada cantando, bailando y tocando un tambor con juegos de rodillas...

Supongo que echo de menos a mi verdadero yo y echo de más esta manera de poca valoración personal que me caracteriza últimamente. Necesito recuperarme. Necesito volver a ser yo.

viernes, 6 de diciembre de 2013

Noticias

Como dijo Octavio Paz, "hay quienes lloran con lágrimas y quienes lloran con pensamientos". Y me podría pasar las horas muertas explicando el significado de esa frase, o el que le doy yo, lo que representa para mi. Pero creo que no me apetece tirar de ese costado hoy. Como siempre, necesito detalles, me emocionan los detalles, los adoro. Pero no las generalidades, que en cambio, detesto. Pero a falta de unos y de otros, aquí cada uno se monta su película y au (a quien no lo entienda, ver diccionario valenciano-castellano). Digo esto porque el mundo es el mejor ejemplo del teléfono escacharrado, y cuando no es por eso, las noticias vuelan. Y por norma general, si era algo bueno, se convertirá en malo. Y si es malo, será peor. Y si habías salido de Málaga, te meterás en Malagón.

Esa es la pena. El mundo, sus personas, se mueven por codicia, con malos pensamientos. Mi profesión me enseña que el mundo es feliz hundido en miseria, que cualquier noticia pesimista es capaz de enganchar a millones de telespectadores (guerras alrededor del mundo, cae la Bolsa, la crisis aumenta y sube el número de desempleados en el país, privatización de sanidad y educación, Cospedal pierde la demanda contra Bárcenas y demás corrupción, la Doctrina Parot que está haciendo estragos en la creencia (si es que la había) de justicia de España y así un larguísimo etc). Pero sin embargo, son incapaces de transmitir noticias que conmuevan de verdad, como una mujer que da a luz a 10 niños en India, un bebé de 20 meses es fichado por un equipo de fútbol belga al ver cómo maneja el balón, un perro cuida de un niño con Síndrome de Down, un niño filipino que gana “The International Children’s Peace Prize” (tras huir de su casa a los 4 años y ser acogido tiempo después, se dedica, desde su séptimo cumpleaños, a ayudar a otros niños en su situación)…

Ha habido intentos de crear diarios con este tópico, pero no rentan. Qué lamentable me parece. Pero yo no voy a llegar y cambiar el mundo. Esa no es mi misión. Ni la de nadie, creo yo. Quizá deberíamos poner más de nuestra parte y aunque no hay un camino exacto para hallar la felicidad, sí se puede intentar encontrarlo.


"Defender la alegría como un principio... defender la alegría como una bandera... defender la alegría como un destino... defender la alegría como una certeza... defender la alegría como un derecho" (Mario Benedetti)


jueves, 5 de diciembre de 2013

Brevedad

La vida es muy muy corta. La mayoría de las veces gastamos el tiempo con las personas que no son las correctas, las idóneas, vamos, sí, que son las equivocadas y esto no nos permite ser feliz. No se nos permite avanzar en ese estado. Quien te quiera en su vida hace lo posible para hacerte un espacio en ella sin necesidad de que luches eternamente. No tenemos que quedarnos con las personas que nos ignoran constantemente, puesto que no nos brindan nada. Llega un momento en la que debemos alejarnos de los dramas que no tienen motivos y de la gente que los provoca. 

Que lo que tenemos que hacer es rodearnos de personas que nos hacen reír tan fuerte que olvidamos lo malo (por al menos unos minutos) y nos enfocamos únicamente en lo bueno, esa gente que te quiere, te aprecia, te tratan bien y arreglan las cosas dialogando. Sin embargo deberíamos valorar a aquellas personas que, aparte de acompañarnos en los mejores momentos, siempre están a nuestro lado en los peores. No hay que elegir a las personas más bonitas del mundo, sino a las personas que hagan más bonito tu mundo; que la vida es demasiado corta para ser otra cosa que no sea ser FELIZ.


Yo sé de dónde, ni cómo ni por qué, pero empiezo a tener y sacar de mi fé, pero... ¿Es una fe sincera la fe que no actúa? La verdadera generosidad para con el futuro consiste en entregarlo todo al presente. La vida en tiempo se vive. Tu eternidad es ahora. Porque luego no habrá tiempo para nada.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Nada

Estoy inserta en un círculo vicioso. Hay personas que me quieren convencer, pero es que yo ya no quiero escuchar a las personas, me quiero escuchar a mí. Aunque claro, así me pasa siempre. Solución, ¿qué obtengo? NADA. Obtengo nada y me defrauda, me defrauda enormemente por mi parte porque siempre sé la verdad o busco la lógica. Aunque a veces no encuentre ni una ni otra, o, a pesar de que la veas, la ignoras. Piensas que cambiarás algo. Infinito. Lo que sí sé y lo que sí tengo claro, es lo que quiero, pero es que de repente parece que no. Y eso sí que me pone histérica. Veintitrés años segura de todo, ¿y ahora dudo? Pero por favor, ¿qué broma es ésta? ¿Alguien se lo está pasando bien? ¿Dónde está la cámara oculta? Por favor, que baje alguien a explicármelo porque yo no entiendo NADA. Para no arrepentirme, dejaré las cosas claritas de ahora en adelante, puesto que poco a poco me estoy dando cuenta de que todo puede suceder. A veces hasta tirito de la rabia que me consume, ¿quién soy ahora? ¿A qué vienen estos momentos filosóficos y este patetismo? Esto no trae nada bueno porque esta situación ni me gusta ni me deja bien.



Soy bipolar. Lo he deducido. A veces me da una risa que duelen los abdominales que no tengo y otras veces me invade una pena enorme. Y es que no sé cómo expresarme para que me entiendan los demás, aunque a lo mejor ni quiero que me entiendan. Quiero aprovecharme y lanzarme a la vida pero tengo miedo de lo que pueda pasar. ¿Qué va a pasar? Para muchos la respuesta es obvia. No, en serio, ¿qué pasará? NADA. Seguramente nada, y total, si pasa, pues también se pasará, como todo en esta vida. Olvidar es la alternativa correcta. Pero con lo que he vivido, con lo que he sentido y escuchado, con las situaciones que he presenciado, es complicado avanzar en este estado y tomar una decisión. Y es que, las decisiones las tengo que tomar por mí misma. Y me cuestiono, y me cuestiono todo el rato y me quedo en las mismas, dejándome vencer y mirar un techo blanco esperando (metafóricamente) a que se escriba por arte de magia lo que tengo que hacer. Y eso que a mí nunca me ha gustado que me dijesen lo que tengo que hacer ni espero que lo hagan. Necesito respuestas y sentirme segura. Y no tengo ni una ni otra, siempre sucede lo que nunca espero, intento pensar lo mejor (o lo peor), y claro, lo bueno no es lo que ocurre, esto no es una película, por lo que, obviamente, aquí se arruina toda la diversión. Que es NADA.

Este es el maldito problema que me está asfixiando. Se llama INSEGURIDAD. ¿Hola… Qué haces aquí? Me lo pregunto a menudo, porque yo había oído hablar de ella pero no estábamos familiarizadas hasta que, bueno, es indiferente; pero que ahora está interactivando con todas las partes de mi ser y no es plato de buen gusto. Por favor, suplico o ruego tener respuestas, que es que soy periodista, que estoy ávida de información y no tengo NADA. Que se encienda la luz de mi lámpara de noche y que entre la noche y la luna discutan el tema y me quede todo claro. Empiezo a pensar que tengo el alma perjudicada, aunque con esto de la reciente bipolaridad este tipo de pensamientos vienen y van, vienen y van.


Me duele, duele como la misma NADA. Y a veces sí y otras no, y ahora no sé ni qué decir ni qué escribir, se me han ido las ganas de seguir expresando el patetismo y la estupidez que me rodean. Ojalá que esto se olvide rápido como las cosas anteriores o como los apuntes de Deontología Profesional, o Márketing aplicado al Periodismo, o las Sociales o Matemáticas de 4º ESO. Que al menos en eso sí soy buena, en olvidar. O eso me creía yo, porque últimamente creo que no soy buena en NADA. Como en los sentimientos, que tampoco controlo ni soporto NADA. Será culpa mía, como todo. Será culpa del frío. O culpa de nada o de nadie. ¿Seré yo?

martes, 3 de diciembre de 2013

Sentir

Entre la piel y la sangre tengo una cantidad de amor coagulado que no sé qué hacer con él.
Tengo los ojos tristes pero con esperanza. Tengo el cuerpo cansado de todo y de nada. Pero tengo el corazón sangrante que supongo que eso es bueno porque me recuerda que está ahí. Sí, el corazón lo siento y, como todo lo que siento, me da ánimos. Los caminos de mi razón a veces me dan miedo porque no sé por dónde quieren llevarme y trato de no pensar… Últimamente me están fallando demasiado. Los sentimientos y la razón.

Trato de llevar una vida controlada, caminando sin pisar fuera del borde (o al menos sin salirme de la raya). Y no quiero hundirme porque no quiero que me rescaten. Ni quiero que me protejan más de lo que necesito. Ni quiero dormirme sin motivos. Ni quiero que  me lleven la contraria ni que me den la razón. Pero tampoco me gusta esta sensación de vacío. Un vacío sepulcral. Y esto sí que no sé cómo remediarlo. Siento que los recuerdos me molestan.

Y necesito unas vacaciones para que me evada y deje de sumergirme en mis pensamientos, mis ideas y mi atonía. No quiero que mi atención se desvíe y se dirija a cosas sin importancia, cosas que no servirán ni ahora ni a mi futuro. Hace días estallaba y ahora me desinflo. A veces parece que hasta dudo de quién soy o qué quiero ser. Me planteo preguntas que antes sí tenían respuestas y ahora no hallan más que el silencio. No la tienen. Me siento débil y sin camino. Lo lamentable es que, realmente, ni he hecho el intento de conocerme más profundamente, sólo vivo y exprimo, y vivo, y vivo… ¿Rutinariamente? No sé quiero creer que no. Pero soy un pozo hondo sin sabiduría. No me siento como antes, para nada. Tampoco salgamos de lo paradójico que ni me siento bacteria ni invisible ni nada de eso, simplemente me siento distinta.
Que los días no eran buenos, pero es que han ido yendo de mal en peor. Y lo que quiero es saltar, correr, gritar, porque echo de menos los días felices. Y quiero apartar los cuestionamientos de existencia y las búsquedas de respuestas, porque es que ni se saca nada positivo ni vale la pena sentirse así. Que sí, que la mayor del tiempo ahora tengo miedo, pero también soy consciente de mi simple felicidad. De lo sencillo que es hacerme reír, lo querida que me siento a veces, lo fácil que es tirar de mí y llevarme a donde sea. Lo fácil que soy para coger cariño. Soy fácil de obtener, de molestar, de querer, de utilizar, de abandonar, pero parece ser que la mayoría no se dan cuenta de que también soy fácil de dañar.

Trato de alejar el dolor, pero parece que ha encontrado su sitio entre la segunda y tercera costilla. Parece que lo único que le falta es un butacón de tronista, porque se sienta ahí y finge que no sucede nada. Pero lo más mínimo que hace, me llega adentro. Quiero tener la valentía de poder quemar ese butacón con el dolor y que ardan rápidamente. Pero lo único que obtengo es remordimiento y hundir más mi dignidad. El problema es que finjo estar bien cuando realmente estoy destruida por saberme utilizada. Ah, y eso también me convierte en estúpida. Sufro. Tengo ganas de huir y escapar, pero no de las personas, sino de lo que siento.

Pero esto tiene que acabar, a pesar del miedo y de lo confundida que me sienta,  tengo que saber qué pensar, qué hacer, qué decir y cómo actuar. A pesar de los desahogos ni yo misma me entiendo y no es que me importen mucho las críticas de los demás o cómo me juzgue el resto. Se acabó el pánico. Comenzará de nuevo el control y cerraremos el corazón bajo llave.

Así que hoy, me quedaré en la cama para disfrutar del silencio, de la libertad y de mi autonomía. Porque la dueña de mi vida soy yo: me esfuerzo y consigo lo que me propongo. Esta sensación, a veces la confundo con vacío porque parece que si no siembro tristeza y angustia, no hay sentido… Que no es malo porque no todo es amor en esta vida. En realidad, mi vida soy yo misma, que no todo se soluciona con la energía del amor, a pesar de que fortalezca todos los sentidos, y sobre todo el amor hacia uno mismo. Y por eso tengo escrito en mi pared “Ámate y ama”, para fijarme y recordarme la razón por la cual estoy aquí.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Intocable

Sigo con esa otra mitad de mí que no reconozco. Parece que una es más carnal y otra malvada. Ambas partes siguen sumidas en el afán de destrucción. Una es alma y otra es cuerpo. Pero como siempre, intento sobrevivir. Porque esto antes no me pasaba, había conseguido cuidarme bien hasta ahora, o es que quizá me cuidaban y yo no me daba cuenta… O es que quizá, ¿no lo valoraba? Me creí capaz de todo, me creí invencible, intocable, inmortal, libre, feliz.

Seguramente el problema sea yo misma y mi tortura emocional. Mis ganas de aferrarme a salvarme y auto convencerme de que yo no necesito que me salven. Que yo sola puedo con todo. Que debería olvidar muchas cosas. Y mientras la parte carnal recuerda que me iban a salvar, la malvada grita que ella siempre está ahí a pesar de que no haya nadie que te busque o quiera encontrarte. A ella no puedo contestarle, no puedo replicarle, porque, lamentablemente tiene razón. Descubrí que si le escupía las palabras al tiempo me las tragaría dobladas, por lo que aprendí a callármelas, porque siempre volvían… Ya sabes, no escupas muy alto que puede salpicarte.

Me gustaría poder respirar con tranquilidad, pero poco a poco me está encontrando. Y sé que llegará. Siempre lo hace, siempre, siempre encuentra el camino hasta mí. Quizá batallemos o quizá me rinda antes de empezar. Me gustaría olvidar. Olvidar cómo decir las cosas o cómo hacerlas. U olvidarme de mí. Debería callar en vez de olvidar, porque creo que callar es de sabios cuando olvidar es de cobardes. Me gustaría ser suficiente. Alcanzar. ¿Me estoy consumiendo lentamente?
Suficiente… Tiene gracia. Yo lo que soy es exigente. Pero ahora comienzo a preguntarme si yo doy todo lo que exijo a los demás. Es más, ¿he alcanzado a ser lo que los demás esperaban de mí? Creo que tengo un problema de insuficiencia (incluso a veces me planteo que sea hasta una insuficiencia mental). Y desde hace unas semanas me lo pregunto bastante, la verdad: ¿Soy lo suficiente? ¿Doy lo suficiente? ¿Hago lo suficiente? ¿Quiero lo suficiente? Pero tengo la contrapuesta al lado, que me dice que para quién necesito ser suficiente. Que en todo lo posible sí doy lo suficiente e incluso sobresaliente. Que hago lo notable. Y que quiero insuficientemente.

Gracias. La última la sabía. Sí, la sabía, pero la preguntaba. Es absurdo. Quiero a mi modo. Y parece que con quien comparta algo siempre quieren algo de mí que yo no puedo dar. “Hambrientos de amor” decía mi abuelo. No me gusta exactamente la frase, pero sí es comprensible dentro de lo que cabe. Con esto me refiero a que todo termina volviéndose una caja en la que vas guardando cosas y más cosas y al final termina volviéndose en una carga. Una carga que no sabremos cómo levantar. Y el problema vendrá luego conmigo, que me lamentaré y me rogaré. Rogaré volverme a querer porque aunque los demás crean que no quiero, quizá quiero demasiado. No besuqueando a todos y recordando lo muchísimo que les quiero, porque para mí eso no es querer. Querer no se demuestra con palabras de amor (aplicable a todos los ámbitos: familia, amigos, pareja) ni besos a todas horas. Que hay miles de maneras de demostrarlo. Y eso sí que lo hago. Por tanto, soy, doy, hago y quiero lo suficiente.


Quiero aunque no sirva para nada o los demás piensen que no lo es, aunque no me llene de felicidad, aunque a veces no pueda dar más de mí, aunque no tenga más que dar, aunque a veces implique olvidarme de mí misma. Por empatía, a la que odio a más no poder, que me caracteriza constantemente. 

domingo, 1 de diciembre de 2013

Remedio

Remedios hay para todo, menos para la muerte. Pero a veces siento que preciso un remedio para que te quite una mala sensación. Seguro que todo el mundo ha podido sentirlo como yo. No es tristeza, sino decepción. Veo que el tiempo va pasando, que termino la universidad este año, que el trabajo está fatal en este país, que seguramente me vaya fuera (yo ENCANTADADELAVIDA), pero sé que si lo hago también dejaré aquí muchas cosas y personas muy importantes en mi vida. Pero también debo pensar en mí y en mi futuro.

Y es que no todo el monte es orégano. A principios de verano mi vida era completamente distinta y mis planes distaban mucho de lo que pienso hoy, si es que tengo algún plan. Ah no, que el único plan es que no hay plan. Creo que necesito un par de sesiones de rehabilitación de la vida (también sé que hay muchos y muchas que las precisan, no soy la única) porque fue un error bajarse del árbol. Pero bueno, que ojos que no ven, corazón que no siente, pero… ¿Cuándo ves? ¿Qué haces cuando ves? Miraremos para otro lado. Haremos como que el problema no va con nosotros. O bueno, iremos hacia el otro lado, ya sabes: “when nothing goes right, go left”. Buscaremos algo donde nos sintamos mejor. Y es que estamos acostumbrados a aquello que nos resulta cómodo, lo nuevo, el cambio, el proceso, nos da miedo y pánico. Por eso seguimos en la comodidad, ciegos de aquellos que esta más allá de nuestra realidad.

Me encantaría decir que tengo el corazón cargado de sensaciones positivas, pero ahora mismo no sé ni lo que siento. Total, que desvarío causa de este frío polar y a veces me da por escribir unas parrafadas con palabras sin sentido-sentidas, que quizá ni comprende nadie ni comprendo yo misma. Palabras. Palabras que no dicen mucho o no dicen nada, según quiera verse, pero yo las necesito. Al igual que necesito olvidar que he andado por un camino, y ¿cómo olvidas un camino angosto? Y no me refiero a la coña del camino entre Julio y Septiembre (angosto) sino a que… En fin, que estoy febril. Supongo que será este frío de Diciembre, que me ha dejado el omoplato reventado. Pondré una denuncia por acoso y derribo: acoso de finales de Noviembre y principios de Diciembre a mi pobre omoplato y derribo emocional, aunque el último suelo tenerlo siempre. Y bueno, nunca me gusta darme por vencida (soy una pésima perdedora) pero yo no estoy en este mundo para ser rival de nadie, y quizá últimamente estoy siendo mi propia rival. Una busca paz, la otra tempestad. Una se centra, la otra descentra a las dos mitades. Una ríe y la otra llora. Otra calla y la otra grita. Una se viste de blanco y la otra de negro. Una come y la otra vomita. Otra duerme mientras la otra fuma. Una piensa y la otra actúa: y si piensas todo lo que haces, no haces todo lo que piensas. Reflexión de que quiero dar esto por terminado.
Y es que una retirada a tiempo, siempre es una victoria.



PD. Hola Diciembre, espero que, a pesar del frío, me traigas más alegrías que Noviembre.

sábado, 30 de noviembre de 2013

Volar

Si pudieses volar... ¿Hacia dónde volarías?

El final de un viaje es siempre el principio de otro. El cambio es doloroso y siempre tiene un precio. Duele soportar ese precio pero no podemos permitir que eso nos domine. El mañana es un misterio y lo único que podemos hacer es afrontarlo con determinación. Seguimos adelante, siempre adelante, hacia lo que sigue. Tomamos una decisión, nos comportamos de acuerdo con ella... Es Darwin. La supervivencia de las especies. O evolucionamos, o caemos… ¿Y a quién le gusta caer?

Siempre es mejor arder que quemarse lentamente... Me refiero, a que… ¿De qué sirve preocuparse? Si lo que tenga que ser será. Porque no aprender de los errores es un error en sí, no es preciso andar por el camino recto, pero acuérdate de las miguitas para no perderte, y sobre todo… No te salgas del camino, ataja si es preciso, pero ten en cuenta tus principios, aquellos que te han enseñado, con los que has crecido, los que te definen: no olvides quien eres. Porque no merece la pena, con motivos o sin ellos, al final todo tiene solución.

En octubre y hace muy poco, pensaba que mi contador de intentos para seguir se agotó… Que ya no quedaban números para levantar la cabeza. Ni números, ni ganas… ¡Error! ¡Gravísimo error! Siempre hay más. Me lo repito todas las mañanas antes de levantarme. Tengo ganas de sentir, de sonreír, de viajar, de divertirme, tengo motivaciones, tengo ilusiones que me hacen ver mi futuro de una perspectiva diferente. Tengo mil y un planes de color. 
Los días de verano me han enseñado tanto… Y los de otoño también, cierto es. Y aún queda el crudo invierno, pero bueno, una manta y un pedacito de bizcocho en la  cama siempre vienen bien, ¿verdad?
Siempre puedo, siempre puedo luchar, si yo me lo propongo… Y esa es mi elección, desde bien pequeña… Luchar. Lucha por aquello que quieres, porque si no lo haces tú… ¡nadie más lo hará!


Y no hay más que vivir y esperar.
Así que deja el corazón por las mañanas encima de tu cama, y aprende que cada día es un nuevo comienzo.

viernes, 29 de noviembre de 2013

Momentos

A veces, siento que el mundo carece completamente de personalidad y de amor por las pequeñas cosas, que, realmente son las mejores, precisamente porque son pequeñas y lo pequeño es lo único que queda cuando todo y todos se han ido. Cuando metes las manos en los bolsillos y te inunda la sensación de vacío.
Veo que las mentes se mueven únicamente por dinero, unas pésimas fichas de metal gastado, en un mundo injusto y cruel. Y es que, a veces llega el momento en el que piensas que nadie cree en ti, pero seguro que siempre habrá alguien que confíe en todas y cada una de tus virtudes, en tus planes y en ti como persona. 

Que el mero hecho de pasear por Madrid un día de calor asfixiante y que te duelan los pies a más no poder y recorrer Starbucks, Smöoy y Burguer King y así que viva el colesterol; que te hablen de Dunkin Donuts constantemente y los buenos recuerdos del verano haciendo las gansas borrachas y hablar todos, todos, todos los días aunque sea para mandarnos fotos haciendo tontunas; que te inviten a comer chino a su casa porque estabas deprimida y te den una medicina que abre el apetito; que te saltes una clase para que te levanten el ánimo mientras comes una palmera de chocolate y los lunes en los 100 Montaditos; que te obliguen a comer napolitanas de crema y chocolate o pizza en la cocina en la que hemos fumado la vida y se ha llorado la otra media, aunque en otras ocasiones nos hemos reído hasta llorar y que el gato venga a pedir agua del grifo; que hagamos un bizcocho de calabaza y chocolate y nos lo comamos calentito, y hacer otro de chocolate, echarle el chocolate fundido y dejarlo ahí de decoración; fumar un cigarro en la cocina de la abuela mientras se sinceran contigo, que te entienden, pero que aún con todo tu genio (el cual entienden) te quieren igual; que te traigan unas onzas de chocolate a las doce de la noche a la cama y te den consejos sobre la vida mientras apagamos cigarrillos en una lata de cerveza; que te den hasta las cuatro de la mañana fumando en la terraza desde Agosto a finales de Octubre, ya sea llorando o riendo, recordando cosas de cuando éramos pequeñas…

Que disfrute de ti, por la persona en la que te has convertido y en quién te convertirás. Que a pesar de las derrotas, siga confiando en que, en algún momento, ganarás no una batalla, sino la guerra. Que sonría todas y cada una de las veces que se acuerde de ti.

El principal problema se establece en que nos empeñamos en buscar la felicidad cada día y no nos damos cuenta de que es ella quien tiene que encontrarnos. Eso será donde menos te lo esperas y cuando llega, descubres que ahí no acaba todo. Que el final de un camino, sólo es el principio de otro y lo único importante son las personas que escoges para que caminen a tu lado. Lo que ocurrió ayer es agua pasada, y lo de mañana, ¡aún está por venir! Que lo que importa es el hoy, el presente. Así que, sé feliz y piensa… ¿En qué se basa tu felicidad?

jueves, 28 de noviembre de 2013

Vida

Decir que lo bueno se hace esperar es casi como decir que llega tarde.
Aquella noche creí que no se podía seguir soñando, esperaba que el techo se hundiese. Descorrí la cortina, abrí la ventana y dejé que el frío inundase la habitación, mientras la herida seguía sangrando. El invierno había llegado y no habría forma de combatir su frío.
Unos vaqueros, un buen jersey, me calé el gorro de lana, me enfundé los guantes, cogí el abrigo y con todo mi valor salí a la calle. Me encontré con un frío incombatible, escarcha sobre el césped, corazones imperturbables… Y más frío: un frío que me estaba secando hasta las manos bajo los guantes. No llegué ni a dos calles. Quería volver a casa, pero… ¿Sabía dónde estaba mi casa? Por supuesto que sí, yo no estaba perdida,  yo lo que quería era salvarme, pero como siempre, me tengo que salvar de las ruinas de mi misma. Que no hay brazos en los que refugiarse ni islas en las que naufragar. Que cuando tienes miedo a la oscuridad lo único que quieres es que te regalen jardines en llamas.
Por lo que volví a casa y me limité a prepararme un café solo, la taza hasta el borde y rezumando humo. Salí a la terraza y encendí el último Marlboro. Y pensé…


Vivir ha sido siempre un verbo relacionado con necesitar”. Y es que no deberíamos necesitar, sino desear, que no es lo mismo. Necesitar es algo tóxico, es destructivo: de verdad, necesitar es sinónimo de envenenar. Sin embargo desear es algo sano, saca lo mejor de nosotros mismos, puede hasta relacionarse con compartir. Nadie depende de nada ni de nadie, no se puede ser drogadicto de algo que no nos pertenece, no se puede recaer permanentemente en lo que ya sabemos que no va a cambiar. La vida es demasiado bonita y amplia en cuanto a felicidad como para limitar la nuestra a alguien. Tendemos a depositar nuestra felicidad en otras manos cuando se halla en las nuestras: sólo nosotros somos los dueños de nuestra felicidad, de encontrarla, de disfrutarla. Habrá quienes nos acompañen, pero incluso en esas circunstancias, deberíamos aprender a saber decir “Te quiero... Pero puedo ser feliz sin ti”. Porque nadie es imprescindible en la vida de nadie. Si fuese así, nadie moriría, la muerte sería una leyenda más, escrita en los libros de Perrault y plasmada en la cinematografía de Disney-Almíbar, y el mundo tendría híper-población.

También escribir es sinónimo. Es sinónimo de gritar. Yo escribo para poder parar el tiempo al menos unos minutos, recordar lo que siento o lo que cuento de mí. A veces incluso para revivir. El amor nos hace puros, felices, nos hace crecer y ser mejores personas. Pero nunca nos debe volver mendigos ni esclavos de la ansiedad y la tristeza. Quien no te quiere o no te quiere de la forma que deseas también debe ser feliz en cuanto a ello se basa. El mundo tiene toda una gama de colores y nos empeñamos en pintarlo de gris. En este mundo nadie es más fuerte que nadie, lo único que hay que hacer es avanzar. Lo imperdonable es permanecer en la tristeza como si esto fuese el limbo.

La vida me ha enseñado que hay que saber cuándo ir, cuándo volar, cuándo conocer… No todos los planetas son iguales y siempre hay algo nuevo que descubrir. El mejor regalo no es el mañana: es el ahora. Y a veces, por mucho que duela, tendremos que tomar decisiones difíciles. Quizá debamos seguir solos en épocas de nuestra vida, porque estemos con alguien que nos retrasa, porque la vida ya no sea igual con esa persona, que, por muy especial que sea, no es necesaria en esta etapa de tu vida. Y sí, los arranques de ira, los momentos de locura y todo el amor que pueda haber quizá sean innecesarios para este momento de nuestra vida, la cual sonríe y seguramente no sea por vuestra causa. El vuelo ha comenzado y lo único que busco es arriesgarme. Y, sonará repetitivo, pero nadie dice que sea fácil… Pero todo pasa, hay que basar tu felicidad en ti mismo.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Lo llaman destino

El destino… Conjunto de hechos que forman parte de las etapas de nuestra vida, los cuales son completamente inciertos, puesto que nada ni nadie sabe lo que nos depara. 
El destino es futuro, es inconsciente, es alegría, es dolor, es incertidumbre… Cuando dejas a un lado a tu Peter Pan y comienzas a crecer (mental y espiritualmente) nos damos cuenta de qué es lo que sacamos positiva y negativamente de nuestras vidas, qué hemos realizado hasta el momento y qué hemos abandonado. ¿Es lo que queremos sacar? ¿Estamos orgullosos de ello? Es más… ¿Se sentirán orgullosos de nosotros? Es curiosa la mente humana, parece que debemos demostrar constantemente a los demás y precisamos urgentemente la necesidad de que nos digan en algún momento que están orgullosos de nosotros. Nadie podrá negarlo, y quien lo haga, miente. Es una necesidad humana.

El arrepentimiento es un sentimiento que no termina de cuadrar con mi personalidad. Siempre intento darle la vuelta a la tortilla y si ese sentimiento aflora un ápice en mi interior, me detengo y pienso “Lo decidiste así. Tú quisiste. Se llama derecho a la libertad”. El arrepentimiento no sirve para nada, “arrepiéntete de lo que no hagas y no de lo que hayas hecho”, dice siempre mi padre. Y es que, en mi vida he obtenido todo lo que he querido, aquello que he querido conseguir, cuando he querido, como he querido y con quien he querido. He exprimido lo posible al máximo y el vaso de zumo rebosa. Sólo el destino podrá decirme si el vaso vuelca o no. Pero aún no estoy familiarizada con la caída de vasos.

Nunca cejes en el empeño de encontrar lo que tú quieras sin dejarte llevar por los demás. Mucha gente intentará hundirte en cualquier ámbito (ya sea personal o profesional) y aquí entran una serie de sentimientos sin sentimiento, como yo los he denominado siempre: envidia, celos, ira, avaricia… Incluso en ocasiones esto no tiene nada que ver para cumplir la primera frase. Me refiero a que, cada persona es dueño de su vida y sólo nosotros determinamos qué haremos con ella, a quién le daremos la mano para caminar junto a ellos (amigos, familia, pareja) y cómo la sobrellevaremos. Los demás son un punto y aparte. Fija un propósito a tu destino. Eso sí que podemos hacerlo. Y de hecho, puede conseguirse.

Todo cambio es necesario es nuestra vida: a lo largo de ella puede haber cambios más o menos importantes, pero siempre serán necesarios. A veces en unos períodos más largos o más cortos de tiempo. Pero estarán ahí, y llegarán como todo terremoto. No deben ser asoladores, pero pueden serlo. Llegarán sin avisar. Siempre tendrás que cambiar algo de nuestras vidas, deberás tomar decisiones que, quizá no sean las acertadas (o sí) y puede que funcione o no. Se llama Ley de Murphy, o tener un fifty-fifty… Y, ¿qué es eso? Destino. Se volverá al principio una y otra vez.

El destino nos fija un camino, pero a veces los atajos son más interesantes. Tú decidirás qué camino deseas tomar, porque en la vida no hay nada imposible, ¿qué es esa palabra? Todo está al alcance de nuestra mano. Y es que, la mayoría de las veces utilizamos esa palabra para aquello que sabemos que no es realizable, que no podemos conseguir. Las personas suelen rendirse antes de intentarlo, o lo harán en el transcurso del proceso. ¿De qué tenemos miedo? Tenemos improbabilidad, a raudales, eso sí, pero no imposibles. No nos podemos rendir ni aun habiendo realizado un millón de intentos, porque entonces los sacrificios no habrán servido para nada y ahí sí que habremos perdido: habremos perdido el tiempo. Eso sí que lo detesto. Mi tiempo (y espero que el del resto del mundo) es valioso. Deseo compartirlo con personas que me aporten, personas llenas de vida, personas que siempre levanten la cabeza por muy mal que haya ido la cosa, personas con afán de superación, personas persistentes ante aquello que desean, personas que siempre vuelvan a intentar corregir sus errores, una y otra vez.

Los caminos del Señor son inescrutables, ¿no? Tiene gracia que escriba yo eso, siendo una atea empedernida. Ay, pero es que los atajos son taaaan divertidos… No, quizá divertido no es la palabra que lo defina bien… Entretenido, interesante o diferente son más acertados. Pero acuérdate que en los atajos, las miguitas de pan siempre son necesarias para no perderse. Siempre podemos perdernos fácilmente y luego gritaremos con todas nuestras fuerzas para que nos encuentren… Desearemos que nos encuentren. Y te podrás encontrar con esa china en tu zapato que te diga con rintintín (recordándote y haciendo con aspavientos y gestos que quizá tú hacías): “Aaaah, quien no arriesga no gana, ¿no?”. Pues sí, quien no arriesga no gana, pero si tú estás aquí medio-encontrándome, quizá estés más perdido que yo. Vuelve por dónde has venido o aparta de mi camino.

Encuéntrate a ti misma. Ninguna somos una princesa en lo alto de la torre, necesitadas de treinta metros de cabellera rubia para lanzarla por la ventana y que el príncipe suba por ella. Que ya no hay príncipes, y es que no los queremos. Que parece que deseamos más al lobo feroz o a Christian Grey… Cuando uno es dueño de su vida, sólo nosotros podemos rescatarnos. Sí, todos necesitamos una mano que te ayude a levantar, pero nos salvamos de nosotros mismos… Porque nosotros somos nuestro mayor peligro para nosotros mismos: ya sabéis “Homo homini lupus” (el hombre es un lobo para el hombre, Thomas Hobbes).


Pero abre los ojos. La luz está al final del túnel. ¿La ves? Sigue avanzando… Porque, al fin al cabo, la vida seguirá su curso una vez nos habremos levantado. Guardaremos bajo llave lo malo y nos volcaremos en la felicidad que nos rodea, seguiremos sonriendo sin parar, tendremos la mirada encendida, seguiremos desprendiendo alegría y seguiremos bailando sin motivos.

martes, 26 de noviembre de 2013

Como la vida misma

Noviembre nos deja su última semana.

¿Te has dado cuenta de lo rápido que pasa el tiempo? ¿Te has parado a pensar con qué nos quedamos? La vida es realmente corta, algunos pensarán que sólo estamos de paso por ella, pero no se dan cuenta de que cada vida es una película y sólo ellos son los protagonistas de la suya. La vida es como la época de recolección de las hormigas. Nos dedicamos a lo largo de ella a coleccionar momentos, tantos buenos como malos, (espero que todos coleccionemos bastantes más momentos positivos que negativos) que son los que, de un modo u otro, cuando te haces mayor, te sacan la mejor de las sonrisas o te anegan los ojos de lágrimas. Incluso lloraremos al recordar los buenos momentos. Veintitrés años de vivencias no dan para mucho pero sí las suficientes experiencias como para ser consciente, para saber tener los pies en el suelo, para aprender a dar cada paso. Nunca sabemos qué pasará mañana, ni siquiera sabemos qué ocurrirá dentro de quince minutos, pero en un espacio-tiempo de 24 horas, ¡la vida puede dar cambios inesperados!

Hoy más que nunca, ante un desayuno compuesto de zumo de naranja, un kiwi, y un bol de leche con cereales, con el pijama y el pelo enmarañado, amb els ulls pegats como le digo a mi catalana, sentada en el taburete enfrente de la mesa y viendo las noticias, con una panorámica de un Torrejón mañanero soleado y con las copas de sus árboles teñidas de marrones, amarillos y naranjas, me siento feliz. ¡Feliz, sí, feliz! ¿Cómo no me voy a sentir feliz?

Anoche me dijeron que sólo me querré cuando me acepte del todo, con mis virtudes y defectos, y use esos defectos a mi favor. Mi gran defecto es una empatía que hace que me olvide de mí y sólo ayude a los demás. Querer a todo el mundo es bueno, pero que te utilicen no. Y esto se llama vida, la que te hace fuerte y precavida, y tras un golpe, te levantarás, y más tarde vendrá otro. Es cierto, nadie dijo que la vida fuese fácil, pero ¿y si no lo intentas? Y si te rindes, ¿qué es lo que consigues? Te quedarás delante del televisor, sentado en el sofá, esperando a… ¿Qué? Lo que duele es porque estás viva, y… Todo lo que escuece cura, ¿verdad? Tengo que buscar en mí lo que soy… Lo que soy de verdad: sólo de ese modo podré encontrarme y quererme más, dejar todo lo que me rodea (hipotéticamente hablando, por supuesto).

Y es que el mundo, o te lo comes, o te come. Y creo que me he cansado ya de que el mundo ande por delante de mí, que sí, que nadie puede cambiarlo, al igual que el trascurso de la vida, ni haremos que el mundo gire al revés, pero sí quizá me apetece ver ese mundo que tiene tanto que enseñarnos y brindarnos… ¡Hay un mundo que nos espera! ¿De qué vamos a lamentarnos? ¿Que ha bajado la Bolsa, de las guerras en Siria, de qué comeremos mañana, de la avería del coche? Todo, todo, todo, seguirá absolutamente igual. El banco no hará una transferencia a nuestro nombre de medio millón de euros, los niños en África septentrional seguirán con hambre, toda adolescente se quejará de que tiene kilos de más, toda madre pensará qué hará de comer mañana, pero yo pensaré que… Es mejor vivir el presente que pensar en el futuro. Cuando sabes quién eres y estás seguro de ti mismo, no necesitas demostrarle nada a nadie.

Tienes todas las facilidades del mundo para absolutamente todo, eres capaz de conseguir aquello que te propongas, así que levántate, vístete, maquíllate, alísate el pelo y ponte las extensiones, sonríe… Y piensa, ¿estás al borde del precipicio… O al borde de la gloria?

lunes, 25 de noviembre de 2013

Realidad

El viernes, 15 de Noviembre, abrí este blog. No escribí nada y lo lamento porque, me encontraba en una situación completamente distinta a cómo me siento ahora.

Seguramente encontrarás personas a lo largo de tu vida que te hagan sentir lo que jamás habías sentido antes, que te cubran de flores y palabras preciosas, que te digan lo que jamás habías escuchado. Y que te engañen. Que te mientan mientras tú esperas en casa una llamada, un Whatsapp, que te arregles durante una hora y luego te quedes colgada, que te den las siete de la mañana esperando saber algo y pensando que no le haya pasado nada. Que lo arregle al día siguiente y tú creas a pies juntillas todas y cada una de sus palabras. Porque necesitas creerle, porque quieres creerle.
Siento no haber hecho caso de mi instinto, siento o haber escuchado a toda la gente que me decía que era un error, siento no haber visto nada... Pero no hay peor ciego que aquel que no quiere ver. Siento no haber escrito por Facebook cuando pensaba que algo no marchaba bien. Siento no haberme retirado a tiempo. Y quizá hoy, sería muchísimo más feliz.

El tiempo lo cura todo, no hay mal que cien años dure, sabe más el diablo por viejo que por diablo. Lo siento. Siento haberme rebajado así, esperando llamadas hasta las tantas de la mañana, siento haber suplicado un perdón. Siento haberme sentido una mala persona. Porque no lo soy, porque estoy orgullosa de la persona que soy a día de hoy, gracias a mi familia, gracias a mis amigas y amigos, que incluso a cientos de kilómetros son los primeros que intentan sacarte la sonrisa o hacer un envío por Seur. Gracias de corazón, porque sin todos y cada uno de ellos no sería quien soy hoy (o lo que me considero). Estoy rodeada de gente maravillosa que me quiere y que me apoya en cada situación de mi vida, gente que se preocupa por mí, gente que me aporta y me demuestra al igual que yo espero que sientan lo mismo de mí.

Llevo… Anclada desde hace mucho tiempo, y creo que también, con 23 años tengo que empezar a ser un poco egoísta y dejar de lado esta empatía con la que nací. Debo quererme un poco más y, aunque saco y doy todo lo posible, quizá debería reservarme un poco más para no volver a fallar, como llevo haciendo consecutivamente desde 2007. Las corazas de las personas se crean por miedos a que seamos dañados, a que nos lastimen, miedo a tener heridas que cuesten cicatrizar y poner tiritas sobre la herida abierta una y otra vez. Pero, cuando el sentimiento es de verdad, la coraza cae por su propio peso (como las mentiras). La coraza se desvencija y da igual el daño anterior. Una coraza no debe quitarse porque te sientas presionada a hacerlo. Ese es uno de los primeros síntomas.

Así que, hoy que me siento fuerte al menos para escribir, hoy 25 de noviembre, sí que ha terminado el verano, al menos para mí. Y creo, que, a pesar de lo que he podido llorar, de lo que he podido sentir, de lo que me he clavado las uñas en la palma de las manos de la rabia y la impotencia por lo ultrajada, engañada y sucia (sin razón, porque es lo que me han hecho sentir), nunca he estado tan feliz de que llegase el invierno. Mira, como en A3MSC… “y al final, llega el puto invierno”.  Feliz, porque, no quiero personas así en mi vida, que mientan de semejante manera a todo el mundo. Porque hay personas que no valen como pareja, pero mentir vilmente a tus amigos de ese modo, no tiene nombre. No, directamente no tiene nombre todo lo que llevas haciendo desde que te conozco, y lo que no sabré, y prefiero no saber absolutamente nada. Porque las personas podridas, no brindan nada, únicamente dolor a todos los que le rodean. Toda mujer, perdón, corrijo, toda persona, se merece alguien que le quiera a todas horas, que se beba hasta el mar, que sea una persona en la que puedas confiar sin dudar un ápice de sus palabras.


Ahora, personalmente: piensa en lo que haces. No te deseo ningún mal, ni ahora ni nunca, porque yo no soy así. Pero, de verdad, es muy fácil hacer las cosas bien. Ninguna persona se merece esto y menos las que demuestran por ti. Tú decías que nosotras debíamos cambiar, pero… Creo que el que tiene un gran problema de personalidad eres tú, que el que es bipolar y tiene que cambiar… Eres tú. Porque cuando seas feliz contigo mismo (cosa que ya, es muy difícil a tu edad, la que, por cierto no demuestras para nada), verás que lo más grande que hay es hacer feliz a las personas. No es difícil, pero si no te quieres ni tú mismo, porque eso se refleja en cómo nos dices a los demás hundiéndonos con palabras (chantaje emocional o maltrato psicológico, no sé qué definición me gusta más o cuál te define mejor) lo que somos cuando eso lo eres tú. No le hagas eso a las personas, nadie se merece esto, ninguna chica lo merece y menos una MUJER  encantadora, guapa, lista que te ha soportado durante tantísimo tiempo y lo que habrá callado. Cuida a tu familia y a tus amigos, “aquellos que darían la vida por ti”. El físico… El físico no es nada: preocúpate de ser buena persona, de tu alma, porque el físico será igual cuando todos tengamos 80 años. Viejos y pellejos, pero el interior es lo que cuenta. Quizá deberías haber visto más “La Bella y la Bestia”.

Y aquí acabo y cierro con un punto y final esta corta e intensa etapa de mi vida, la cual anoche pensé que ojalá nunca hubiese existido, pero mi padre fue capaz de levantarse de la cama y traerme un par de onzas de chocolate y recordar que todo pasa por algo en la vida, que de los errores se aprende, que esta vida es como aprender a andar: que tropezamos una y otra vez con la misma piedra, caeremos y nos levantaremos. Y es que a mí, el suelo ya no tiene nada más que ofrecerme, así que, me levantaré, con la cabeza bien alta como me enseñó mi abuelo y con la mejor sonrisa que pueda sacar aunque por dentro el corazón grite de rebeldía. Sí, rebeldía, soberbia y mal genio, de eso me sobra. Ojalá lo hubiese sacado más en vez de mostrar una paciencia que no tenía y que me comía por dentro a veces.
Gracias verano y gracias invierno. Gracias instinto. ¡Y gracias tecnología, te adoramos!

Gracias Papá, Mamá, mi Tutin y familia. Gracias a una amiga que todos los días desde Agosto, sin fallar ni uno sólo, ha estado demostrando más que nadie su amistad. Gracias a todas las personas (dos en concreto que no precisan ser nombradas) que han estado al pie del cañón y que eran conscientes del problema. Gracias a dos amigos que me han acogido en su casa durante muchos días, sacándome sonrisas y obligándome a comer. Y gracias a una persona que acabo de conocer que incluso en estas circunstancias demuestra ser una mujer de los pies a la cabeza. Gracias, de corazón.