lunes, 2 de diciembre de 2013

Intocable

Sigo con esa otra mitad de mí que no reconozco. Parece que una es más carnal y otra malvada. Ambas partes siguen sumidas en el afán de destrucción. Una es alma y otra es cuerpo. Pero como siempre, intento sobrevivir. Porque esto antes no me pasaba, había conseguido cuidarme bien hasta ahora, o es que quizá me cuidaban y yo no me daba cuenta… O es que quizá, ¿no lo valoraba? Me creí capaz de todo, me creí invencible, intocable, inmortal, libre, feliz.

Seguramente el problema sea yo misma y mi tortura emocional. Mis ganas de aferrarme a salvarme y auto convencerme de que yo no necesito que me salven. Que yo sola puedo con todo. Que debería olvidar muchas cosas. Y mientras la parte carnal recuerda que me iban a salvar, la malvada grita que ella siempre está ahí a pesar de que no haya nadie que te busque o quiera encontrarte. A ella no puedo contestarle, no puedo replicarle, porque, lamentablemente tiene razón. Descubrí que si le escupía las palabras al tiempo me las tragaría dobladas, por lo que aprendí a callármelas, porque siempre volvían… Ya sabes, no escupas muy alto que puede salpicarte.

Me gustaría poder respirar con tranquilidad, pero poco a poco me está encontrando. Y sé que llegará. Siempre lo hace, siempre, siempre encuentra el camino hasta mí. Quizá batallemos o quizá me rinda antes de empezar. Me gustaría olvidar. Olvidar cómo decir las cosas o cómo hacerlas. U olvidarme de mí. Debería callar en vez de olvidar, porque creo que callar es de sabios cuando olvidar es de cobardes. Me gustaría ser suficiente. Alcanzar. ¿Me estoy consumiendo lentamente?
Suficiente… Tiene gracia. Yo lo que soy es exigente. Pero ahora comienzo a preguntarme si yo doy todo lo que exijo a los demás. Es más, ¿he alcanzado a ser lo que los demás esperaban de mí? Creo que tengo un problema de insuficiencia (incluso a veces me planteo que sea hasta una insuficiencia mental). Y desde hace unas semanas me lo pregunto bastante, la verdad: ¿Soy lo suficiente? ¿Doy lo suficiente? ¿Hago lo suficiente? ¿Quiero lo suficiente? Pero tengo la contrapuesta al lado, que me dice que para quién necesito ser suficiente. Que en todo lo posible sí doy lo suficiente e incluso sobresaliente. Que hago lo notable. Y que quiero insuficientemente.

Gracias. La última la sabía. Sí, la sabía, pero la preguntaba. Es absurdo. Quiero a mi modo. Y parece que con quien comparta algo siempre quieren algo de mí que yo no puedo dar. “Hambrientos de amor” decía mi abuelo. No me gusta exactamente la frase, pero sí es comprensible dentro de lo que cabe. Con esto me refiero a que todo termina volviéndose una caja en la que vas guardando cosas y más cosas y al final termina volviéndose en una carga. Una carga que no sabremos cómo levantar. Y el problema vendrá luego conmigo, que me lamentaré y me rogaré. Rogaré volverme a querer porque aunque los demás crean que no quiero, quizá quiero demasiado. No besuqueando a todos y recordando lo muchísimo que les quiero, porque para mí eso no es querer. Querer no se demuestra con palabras de amor (aplicable a todos los ámbitos: familia, amigos, pareja) ni besos a todas horas. Que hay miles de maneras de demostrarlo. Y eso sí que lo hago. Por tanto, soy, doy, hago y quiero lo suficiente.


Quiero aunque no sirva para nada o los demás piensen que no lo es, aunque no me llene de felicidad, aunque a veces no pueda dar más de mí, aunque no tenga más que dar, aunque a veces implique olvidarme de mí misma. Por empatía, a la que odio a más no poder, que me caracteriza constantemente. 

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