lunes, 9 de diciembre de 2013

Naufragio

Ir echando de más lo que antes echabas de menos...
Pero sigo echando de menos las horas muertas y las tardes vivas... Incluso las mañanas vivas. Las sorpresas que te da la vida, al salir de clase, al salir del trabajo, el contar historias sin sentido. Echo de menos el imaginar viajes imposibles, soñar despierta y no poder dormir... Aunque sigo sin poder dormir como yo desearía o querría, o podía hacer antes. Echo de menos estirar las noches y las risas que se tapan con la mano, los cambios de hora interminables y los cotilleos con los que se intenta ganar algo de tiempo. Echo de menos escuchar canciones que me transportan a otro tiempo, cuando antes, siempre que las oía, me transmitían todo lo que no me transmiten ahora. Echo de menos el comer sin pensar cuánto me va a engordar. Echo de menos las verdades y echo de más las mentiras. Las palabras que te sacan la mejor de las sonrisas e incluso pueden hacerte llorar, los lloros y las dichosas preguntas. Echo de menos poder sonreír sin tener que ocultar los parches que llevo por dentro, aunque eso implique que estoy mintiendo, ¿o es ocultar una verdad? Echo de menos los sueños imposibles y las fotos robadas que me sacan, en las que sale mi más profundo yo. Echo de menos leer un buen libro que me llene, que al leerlo me sienta la protagonista.

Echo de menos ser la protagonista de mi vida, porque últimamente me siento que no controlo lo más mínimo, que todo lo que cojo se me escapa como agua entre los dedos. Echo de menos los cafés al lado de mi chimenea que me sabían a gloria y ahora me saben a tristeza, vacío y la mayor desilusión. Echo de menos salir los viernes y la sensación de emoción que te recorre al ver a la gente que se besa al final de la noche o los borrachos que no quieren volver a casa, remolones, incansables. Echo de más este empacho de angustia, de Valiums y valerianas. Echo de menos cantar Joaquín Sabina, a pleno pulmón "y nos dieron las diez y las once, las doce y la una y las dos y las tres... Y desnudos al amanecer nos encontró la luna". Echo de más el sentirme el resto de un naufragio y echo de menos el romper de las olas contra las rocas. Echo de menos el ir al pueblo y el contagio de carcajadas a todas horas, el dormir tres horas y que con el paso del día te des cuenta de que da igual lo que duermas, que esas horas ya se recuperarán, porque los momentos allí son únicos: el aire puro, las compañías, las cantidades de colesterol y alcohol que ingerimos, los paseos interminables, las puestas de sol y sus amaneceres mirando las montañas mientras estamos de alboreada cantando, bailando y tocando un tambor con juegos de rodillas...

Supongo que echo de menos a mi verdadero yo y echo de más esta manera de poca valoración personal que me caracteriza últimamente. Necesito recuperarme. Necesito volver a ser yo.

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