sábado, 30 de noviembre de 2013

Volar

Si pudieses volar... ¿Hacia dónde volarías?

El final de un viaje es siempre el principio de otro. El cambio es doloroso y siempre tiene un precio. Duele soportar ese precio pero no podemos permitir que eso nos domine. El mañana es un misterio y lo único que podemos hacer es afrontarlo con determinación. Seguimos adelante, siempre adelante, hacia lo que sigue. Tomamos una decisión, nos comportamos de acuerdo con ella... Es Darwin. La supervivencia de las especies. O evolucionamos, o caemos… ¿Y a quién le gusta caer?

Siempre es mejor arder que quemarse lentamente... Me refiero, a que… ¿De qué sirve preocuparse? Si lo que tenga que ser será. Porque no aprender de los errores es un error en sí, no es preciso andar por el camino recto, pero acuérdate de las miguitas para no perderte, y sobre todo… No te salgas del camino, ataja si es preciso, pero ten en cuenta tus principios, aquellos que te han enseñado, con los que has crecido, los que te definen: no olvides quien eres. Porque no merece la pena, con motivos o sin ellos, al final todo tiene solución.

En octubre y hace muy poco, pensaba que mi contador de intentos para seguir se agotó… Que ya no quedaban números para levantar la cabeza. Ni números, ni ganas… ¡Error! ¡Gravísimo error! Siempre hay más. Me lo repito todas las mañanas antes de levantarme. Tengo ganas de sentir, de sonreír, de viajar, de divertirme, tengo motivaciones, tengo ilusiones que me hacen ver mi futuro de una perspectiva diferente. Tengo mil y un planes de color. 
Los días de verano me han enseñado tanto… Y los de otoño también, cierto es. Y aún queda el crudo invierno, pero bueno, una manta y un pedacito de bizcocho en la  cama siempre vienen bien, ¿verdad?
Siempre puedo, siempre puedo luchar, si yo me lo propongo… Y esa es mi elección, desde bien pequeña… Luchar. Lucha por aquello que quieres, porque si no lo haces tú… ¡nadie más lo hará!


Y no hay más que vivir y esperar.
Así que deja el corazón por las mañanas encima de tu cama, y aprende que cada día es un nuevo comienzo.

viernes, 29 de noviembre de 2013

Momentos

A veces, siento que el mundo carece completamente de personalidad y de amor por las pequeñas cosas, que, realmente son las mejores, precisamente porque son pequeñas y lo pequeño es lo único que queda cuando todo y todos se han ido. Cuando metes las manos en los bolsillos y te inunda la sensación de vacío.
Veo que las mentes se mueven únicamente por dinero, unas pésimas fichas de metal gastado, en un mundo injusto y cruel. Y es que, a veces llega el momento en el que piensas que nadie cree en ti, pero seguro que siempre habrá alguien que confíe en todas y cada una de tus virtudes, en tus planes y en ti como persona. 

Que el mero hecho de pasear por Madrid un día de calor asfixiante y que te duelan los pies a más no poder y recorrer Starbucks, Smöoy y Burguer King y así que viva el colesterol; que te hablen de Dunkin Donuts constantemente y los buenos recuerdos del verano haciendo las gansas borrachas y hablar todos, todos, todos los días aunque sea para mandarnos fotos haciendo tontunas; que te inviten a comer chino a su casa porque estabas deprimida y te den una medicina que abre el apetito; que te saltes una clase para que te levanten el ánimo mientras comes una palmera de chocolate y los lunes en los 100 Montaditos; que te obliguen a comer napolitanas de crema y chocolate o pizza en la cocina en la que hemos fumado la vida y se ha llorado la otra media, aunque en otras ocasiones nos hemos reído hasta llorar y que el gato venga a pedir agua del grifo; que hagamos un bizcocho de calabaza y chocolate y nos lo comamos calentito, y hacer otro de chocolate, echarle el chocolate fundido y dejarlo ahí de decoración; fumar un cigarro en la cocina de la abuela mientras se sinceran contigo, que te entienden, pero que aún con todo tu genio (el cual entienden) te quieren igual; que te traigan unas onzas de chocolate a las doce de la noche a la cama y te den consejos sobre la vida mientras apagamos cigarrillos en una lata de cerveza; que te den hasta las cuatro de la mañana fumando en la terraza desde Agosto a finales de Octubre, ya sea llorando o riendo, recordando cosas de cuando éramos pequeñas…

Que disfrute de ti, por la persona en la que te has convertido y en quién te convertirás. Que a pesar de las derrotas, siga confiando en que, en algún momento, ganarás no una batalla, sino la guerra. Que sonría todas y cada una de las veces que se acuerde de ti.

El principal problema se establece en que nos empeñamos en buscar la felicidad cada día y no nos damos cuenta de que es ella quien tiene que encontrarnos. Eso será donde menos te lo esperas y cuando llega, descubres que ahí no acaba todo. Que el final de un camino, sólo es el principio de otro y lo único importante son las personas que escoges para que caminen a tu lado. Lo que ocurrió ayer es agua pasada, y lo de mañana, ¡aún está por venir! Que lo que importa es el hoy, el presente. Así que, sé feliz y piensa… ¿En qué se basa tu felicidad?

jueves, 28 de noviembre de 2013

Vida

Decir que lo bueno se hace esperar es casi como decir que llega tarde.
Aquella noche creí que no se podía seguir soñando, esperaba que el techo se hundiese. Descorrí la cortina, abrí la ventana y dejé que el frío inundase la habitación, mientras la herida seguía sangrando. El invierno había llegado y no habría forma de combatir su frío.
Unos vaqueros, un buen jersey, me calé el gorro de lana, me enfundé los guantes, cogí el abrigo y con todo mi valor salí a la calle. Me encontré con un frío incombatible, escarcha sobre el césped, corazones imperturbables… Y más frío: un frío que me estaba secando hasta las manos bajo los guantes. No llegué ni a dos calles. Quería volver a casa, pero… ¿Sabía dónde estaba mi casa? Por supuesto que sí, yo no estaba perdida,  yo lo que quería era salvarme, pero como siempre, me tengo que salvar de las ruinas de mi misma. Que no hay brazos en los que refugiarse ni islas en las que naufragar. Que cuando tienes miedo a la oscuridad lo único que quieres es que te regalen jardines en llamas.
Por lo que volví a casa y me limité a prepararme un café solo, la taza hasta el borde y rezumando humo. Salí a la terraza y encendí el último Marlboro. Y pensé…


Vivir ha sido siempre un verbo relacionado con necesitar”. Y es que no deberíamos necesitar, sino desear, que no es lo mismo. Necesitar es algo tóxico, es destructivo: de verdad, necesitar es sinónimo de envenenar. Sin embargo desear es algo sano, saca lo mejor de nosotros mismos, puede hasta relacionarse con compartir. Nadie depende de nada ni de nadie, no se puede ser drogadicto de algo que no nos pertenece, no se puede recaer permanentemente en lo que ya sabemos que no va a cambiar. La vida es demasiado bonita y amplia en cuanto a felicidad como para limitar la nuestra a alguien. Tendemos a depositar nuestra felicidad en otras manos cuando se halla en las nuestras: sólo nosotros somos los dueños de nuestra felicidad, de encontrarla, de disfrutarla. Habrá quienes nos acompañen, pero incluso en esas circunstancias, deberíamos aprender a saber decir “Te quiero... Pero puedo ser feliz sin ti”. Porque nadie es imprescindible en la vida de nadie. Si fuese así, nadie moriría, la muerte sería una leyenda más, escrita en los libros de Perrault y plasmada en la cinematografía de Disney-Almíbar, y el mundo tendría híper-población.

También escribir es sinónimo. Es sinónimo de gritar. Yo escribo para poder parar el tiempo al menos unos minutos, recordar lo que siento o lo que cuento de mí. A veces incluso para revivir. El amor nos hace puros, felices, nos hace crecer y ser mejores personas. Pero nunca nos debe volver mendigos ni esclavos de la ansiedad y la tristeza. Quien no te quiere o no te quiere de la forma que deseas también debe ser feliz en cuanto a ello se basa. El mundo tiene toda una gama de colores y nos empeñamos en pintarlo de gris. En este mundo nadie es más fuerte que nadie, lo único que hay que hacer es avanzar. Lo imperdonable es permanecer en la tristeza como si esto fuese el limbo.

La vida me ha enseñado que hay que saber cuándo ir, cuándo volar, cuándo conocer… No todos los planetas son iguales y siempre hay algo nuevo que descubrir. El mejor regalo no es el mañana: es el ahora. Y a veces, por mucho que duela, tendremos que tomar decisiones difíciles. Quizá debamos seguir solos en épocas de nuestra vida, porque estemos con alguien que nos retrasa, porque la vida ya no sea igual con esa persona, que, por muy especial que sea, no es necesaria en esta etapa de tu vida. Y sí, los arranques de ira, los momentos de locura y todo el amor que pueda haber quizá sean innecesarios para este momento de nuestra vida, la cual sonríe y seguramente no sea por vuestra causa. El vuelo ha comenzado y lo único que busco es arriesgarme. Y, sonará repetitivo, pero nadie dice que sea fácil… Pero todo pasa, hay que basar tu felicidad en ti mismo.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Lo llaman destino

El destino… Conjunto de hechos que forman parte de las etapas de nuestra vida, los cuales son completamente inciertos, puesto que nada ni nadie sabe lo que nos depara. 
El destino es futuro, es inconsciente, es alegría, es dolor, es incertidumbre… Cuando dejas a un lado a tu Peter Pan y comienzas a crecer (mental y espiritualmente) nos damos cuenta de qué es lo que sacamos positiva y negativamente de nuestras vidas, qué hemos realizado hasta el momento y qué hemos abandonado. ¿Es lo que queremos sacar? ¿Estamos orgullosos de ello? Es más… ¿Se sentirán orgullosos de nosotros? Es curiosa la mente humana, parece que debemos demostrar constantemente a los demás y precisamos urgentemente la necesidad de que nos digan en algún momento que están orgullosos de nosotros. Nadie podrá negarlo, y quien lo haga, miente. Es una necesidad humana.

El arrepentimiento es un sentimiento que no termina de cuadrar con mi personalidad. Siempre intento darle la vuelta a la tortilla y si ese sentimiento aflora un ápice en mi interior, me detengo y pienso “Lo decidiste así. Tú quisiste. Se llama derecho a la libertad”. El arrepentimiento no sirve para nada, “arrepiéntete de lo que no hagas y no de lo que hayas hecho”, dice siempre mi padre. Y es que, en mi vida he obtenido todo lo que he querido, aquello que he querido conseguir, cuando he querido, como he querido y con quien he querido. He exprimido lo posible al máximo y el vaso de zumo rebosa. Sólo el destino podrá decirme si el vaso vuelca o no. Pero aún no estoy familiarizada con la caída de vasos.

Nunca cejes en el empeño de encontrar lo que tú quieras sin dejarte llevar por los demás. Mucha gente intentará hundirte en cualquier ámbito (ya sea personal o profesional) y aquí entran una serie de sentimientos sin sentimiento, como yo los he denominado siempre: envidia, celos, ira, avaricia… Incluso en ocasiones esto no tiene nada que ver para cumplir la primera frase. Me refiero a que, cada persona es dueño de su vida y sólo nosotros determinamos qué haremos con ella, a quién le daremos la mano para caminar junto a ellos (amigos, familia, pareja) y cómo la sobrellevaremos. Los demás son un punto y aparte. Fija un propósito a tu destino. Eso sí que podemos hacerlo. Y de hecho, puede conseguirse.

Todo cambio es necesario es nuestra vida: a lo largo de ella puede haber cambios más o menos importantes, pero siempre serán necesarios. A veces en unos períodos más largos o más cortos de tiempo. Pero estarán ahí, y llegarán como todo terremoto. No deben ser asoladores, pero pueden serlo. Llegarán sin avisar. Siempre tendrás que cambiar algo de nuestras vidas, deberás tomar decisiones que, quizá no sean las acertadas (o sí) y puede que funcione o no. Se llama Ley de Murphy, o tener un fifty-fifty… Y, ¿qué es eso? Destino. Se volverá al principio una y otra vez.

El destino nos fija un camino, pero a veces los atajos son más interesantes. Tú decidirás qué camino deseas tomar, porque en la vida no hay nada imposible, ¿qué es esa palabra? Todo está al alcance de nuestra mano. Y es que, la mayoría de las veces utilizamos esa palabra para aquello que sabemos que no es realizable, que no podemos conseguir. Las personas suelen rendirse antes de intentarlo, o lo harán en el transcurso del proceso. ¿De qué tenemos miedo? Tenemos improbabilidad, a raudales, eso sí, pero no imposibles. No nos podemos rendir ni aun habiendo realizado un millón de intentos, porque entonces los sacrificios no habrán servido para nada y ahí sí que habremos perdido: habremos perdido el tiempo. Eso sí que lo detesto. Mi tiempo (y espero que el del resto del mundo) es valioso. Deseo compartirlo con personas que me aporten, personas llenas de vida, personas que siempre levanten la cabeza por muy mal que haya ido la cosa, personas con afán de superación, personas persistentes ante aquello que desean, personas que siempre vuelvan a intentar corregir sus errores, una y otra vez.

Los caminos del Señor son inescrutables, ¿no? Tiene gracia que escriba yo eso, siendo una atea empedernida. Ay, pero es que los atajos son taaaan divertidos… No, quizá divertido no es la palabra que lo defina bien… Entretenido, interesante o diferente son más acertados. Pero acuérdate que en los atajos, las miguitas de pan siempre son necesarias para no perderse. Siempre podemos perdernos fácilmente y luego gritaremos con todas nuestras fuerzas para que nos encuentren… Desearemos que nos encuentren. Y te podrás encontrar con esa china en tu zapato que te diga con rintintín (recordándote y haciendo con aspavientos y gestos que quizá tú hacías): “Aaaah, quien no arriesga no gana, ¿no?”. Pues sí, quien no arriesga no gana, pero si tú estás aquí medio-encontrándome, quizá estés más perdido que yo. Vuelve por dónde has venido o aparta de mi camino.

Encuéntrate a ti misma. Ninguna somos una princesa en lo alto de la torre, necesitadas de treinta metros de cabellera rubia para lanzarla por la ventana y que el príncipe suba por ella. Que ya no hay príncipes, y es que no los queremos. Que parece que deseamos más al lobo feroz o a Christian Grey… Cuando uno es dueño de su vida, sólo nosotros podemos rescatarnos. Sí, todos necesitamos una mano que te ayude a levantar, pero nos salvamos de nosotros mismos… Porque nosotros somos nuestro mayor peligro para nosotros mismos: ya sabéis “Homo homini lupus” (el hombre es un lobo para el hombre, Thomas Hobbes).


Pero abre los ojos. La luz está al final del túnel. ¿La ves? Sigue avanzando… Porque, al fin al cabo, la vida seguirá su curso una vez nos habremos levantado. Guardaremos bajo llave lo malo y nos volcaremos en la felicidad que nos rodea, seguiremos sonriendo sin parar, tendremos la mirada encendida, seguiremos desprendiendo alegría y seguiremos bailando sin motivos.

martes, 26 de noviembre de 2013

Como la vida misma

Noviembre nos deja su última semana.

¿Te has dado cuenta de lo rápido que pasa el tiempo? ¿Te has parado a pensar con qué nos quedamos? La vida es realmente corta, algunos pensarán que sólo estamos de paso por ella, pero no se dan cuenta de que cada vida es una película y sólo ellos son los protagonistas de la suya. La vida es como la época de recolección de las hormigas. Nos dedicamos a lo largo de ella a coleccionar momentos, tantos buenos como malos, (espero que todos coleccionemos bastantes más momentos positivos que negativos) que son los que, de un modo u otro, cuando te haces mayor, te sacan la mejor de las sonrisas o te anegan los ojos de lágrimas. Incluso lloraremos al recordar los buenos momentos. Veintitrés años de vivencias no dan para mucho pero sí las suficientes experiencias como para ser consciente, para saber tener los pies en el suelo, para aprender a dar cada paso. Nunca sabemos qué pasará mañana, ni siquiera sabemos qué ocurrirá dentro de quince minutos, pero en un espacio-tiempo de 24 horas, ¡la vida puede dar cambios inesperados!

Hoy más que nunca, ante un desayuno compuesto de zumo de naranja, un kiwi, y un bol de leche con cereales, con el pijama y el pelo enmarañado, amb els ulls pegats como le digo a mi catalana, sentada en el taburete enfrente de la mesa y viendo las noticias, con una panorámica de un Torrejón mañanero soleado y con las copas de sus árboles teñidas de marrones, amarillos y naranjas, me siento feliz. ¡Feliz, sí, feliz! ¿Cómo no me voy a sentir feliz?

Anoche me dijeron que sólo me querré cuando me acepte del todo, con mis virtudes y defectos, y use esos defectos a mi favor. Mi gran defecto es una empatía que hace que me olvide de mí y sólo ayude a los demás. Querer a todo el mundo es bueno, pero que te utilicen no. Y esto se llama vida, la que te hace fuerte y precavida, y tras un golpe, te levantarás, y más tarde vendrá otro. Es cierto, nadie dijo que la vida fuese fácil, pero ¿y si no lo intentas? Y si te rindes, ¿qué es lo que consigues? Te quedarás delante del televisor, sentado en el sofá, esperando a… ¿Qué? Lo que duele es porque estás viva, y… Todo lo que escuece cura, ¿verdad? Tengo que buscar en mí lo que soy… Lo que soy de verdad: sólo de ese modo podré encontrarme y quererme más, dejar todo lo que me rodea (hipotéticamente hablando, por supuesto).

Y es que el mundo, o te lo comes, o te come. Y creo que me he cansado ya de que el mundo ande por delante de mí, que sí, que nadie puede cambiarlo, al igual que el trascurso de la vida, ni haremos que el mundo gire al revés, pero sí quizá me apetece ver ese mundo que tiene tanto que enseñarnos y brindarnos… ¡Hay un mundo que nos espera! ¿De qué vamos a lamentarnos? ¿Que ha bajado la Bolsa, de las guerras en Siria, de qué comeremos mañana, de la avería del coche? Todo, todo, todo, seguirá absolutamente igual. El banco no hará una transferencia a nuestro nombre de medio millón de euros, los niños en África septentrional seguirán con hambre, toda adolescente se quejará de que tiene kilos de más, toda madre pensará qué hará de comer mañana, pero yo pensaré que… Es mejor vivir el presente que pensar en el futuro. Cuando sabes quién eres y estás seguro de ti mismo, no necesitas demostrarle nada a nadie.

Tienes todas las facilidades del mundo para absolutamente todo, eres capaz de conseguir aquello que te propongas, así que levántate, vístete, maquíllate, alísate el pelo y ponte las extensiones, sonríe… Y piensa, ¿estás al borde del precipicio… O al borde de la gloria?

lunes, 25 de noviembre de 2013

Realidad

El viernes, 15 de Noviembre, abrí este blog. No escribí nada y lo lamento porque, me encontraba en una situación completamente distinta a cómo me siento ahora.

Seguramente encontrarás personas a lo largo de tu vida que te hagan sentir lo que jamás habías sentido antes, que te cubran de flores y palabras preciosas, que te digan lo que jamás habías escuchado. Y que te engañen. Que te mientan mientras tú esperas en casa una llamada, un Whatsapp, que te arregles durante una hora y luego te quedes colgada, que te den las siete de la mañana esperando saber algo y pensando que no le haya pasado nada. Que lo arregle al día siguiente y tú creas a pies juntillas todas y cada una de sus palabras. Porque necesitas creerle, porque quieres creerle.
Siento no haber hecho caso de mi instinto, siento o haber escuchado a toda la gente que me decía que era un error, siento no haber visto nada... Pero no hay peor ciego que aquel que no quiere ver. Siento no haber escrito por Facebook cuando pensaba que algo no marchaba bien. Siento no haberme retirado a tiempo. Y quizá hoy, sería muchísimo más feliz.

El tiempo lo cura todo, no hay mal que cien años dure, sabe más el diablo por viejo que por diablo. Lo siento. Siento haberme rebajado así, esperando llamadas hasta las tantas de la mañana, siento haber suplicado un perdón. Siento haberme sentido una mala persona. Porque no lo soy, porque estoy orgullosa de la persona que soy a día de hoy, gracias a mi familia, gracias a mis amigas y amigos, que incluso a cientos de kilómetros son los primeros que intentan sacarte la sonrisa o hacer un envío por Seur. Gracias de corazón, porque sin todos y cada uno de ellos no sería quien soy hoy (o lo que me considero). Estoy rodeada de gente maravillosa que me quiere y que me apoya en cada situación de mi vida, gente que se preocupa por mí, gente que me aporta y me demuestra al igual que yo espero que sientan lo mismo de mí.

Llevo… Anclada desde hace mucho tiempo, y creo que también, con 23 años tengo que empezar a ser un poco egoísta y dejar de lado esta empatía con la que nací. Debo quererme un poco más y, aunque saco y doy todo lo posible, quizá debería reservarme un poco más para no volver a fallar, como llevo haciendo consecutivamente desde 2007. Las corazas de las personas se crean por miedos a que seamos dañados, a que nos lastimen, miedo a tener heridas que cuesten cicatrizar y poner tiritas sobre la herida abierta una y otra vez. Pero, cuando el sentimiento es de verdad, la coraza cae por su propio peso (como las mentiras). La coraza se desvencija y da igual el daño anterior. Una coraza no debe quitarse porque te sientas presionada a hacerlo. Ese es uno de los primeros síntomas.

Así que, hoy que me siento fuerte al menos para escribir, hoy 25 de noviembre, sí que ha terminado el verano, al menos para mí. Y creo, que, a pesar de lo que he podido llorar, de lo que he podido sentir, de lo que me he clavado las uñas en la palma de las manos de la rabia y la impotencia por lo ultrajada, engañada y sucia (sin razón, porque es lo que me han hecho sentir), nunca he estado tan feliz de que llegase el invierno. Mira, como en A3MSC… “y al final, llega el puto invierno”.  Feliz, porque, no quiero personas así en mi vida, que mientan de semejante manera a todo el mundo. Porque hay personas que no valen como pareja, pero mentir vilmente a tus amigos de ese modo, no tiene nombre. No, directamente no tiene nombre todo lo que llevas haciendo desde que te conozco, y lo que no sabré, y prefiero no saber absolutamente nada. Porque las personas podridas, no brindan nada, únicamente dolor a todos los que le rodean. Toda mujer, perdón, corrijo, toda persona, se merece alguien que le quiera a todas horas, que se beba hasta el mar, que sea una persona en la que puedas confiar sin dudar un ápice de sus palabras.


Ahora, personalmente: piensa en lo que haces. No te deseo ningún mal, ni ahora ni nunca, porque yo no soy así. Pero, de verdad, es muy fácil hacer las cosas bien. Ninguna persona se merece esto y menos las que demuestran por ti. Tú decías que nosotras debíamos cambiar, pero… Creo que el que tiene un gran problema de personalidad eres tú, que el que es bipolar y tiene que cambiar… Eres tú. Porque cuando seas feliz contigo mismo (cosa que ya, es muy difícil a tu edad, la que, por cierto no demuestras para nada), verás que lo más grande que hay es hacer feliz a las personas. No es difícil, pero si no te quieres ni tú mismo, porque eso se refleja en cómo nos dices a los demás hundiéndonos con palabras (chantaje emocional o maltrato psicológico, no sé qué definición me gusta más o cuál te define mejor) lo que somos cuando eso lo eres tú. No le hagas eso a las personas, nadie se merece esto, ninguna chica lo merece y menos una MUJER  encantadora, guapa, lista que te ha soportado durante tantísimo tiempo y lo que habrá callado. Cuida a tu familia y a tus amigos, “aquellos que darían la vida por ti”. El físico… El físico no es nada: preocúpate de ser buena persona, de tu alma, porque el físico será igual cuando todos tengamos 80 años. Viejos y pellejos, pero el interior es lo que cuenta. Quizá deberías haber visto más “La Bella y la Bestia”.

Y aquí acabo y cierro con un punto y final esta corta e intensa etapa de mi vida, la cual anoche pensé que ojalá nunca hubiese existido, pero mi padre fue capaz de levantarse de la cama y traerme un par de onzas de chocolate y recordar que todo pasa por algo en la vida, que de los errores se aprende, que esta vida es como aprender a andar: que tropezamos una y otra vez con la misma piedra, caeremos y nos levantaremos. Y es que a mí, el suelo ya no tiene nada más que ofrecerme, así que, me levantaré, con la cabeza bien alta como me enseñó mi abuelo y con la mejor sonrisa que pueda sacar aunque por dentro el corazón grite de rebeldía. Sí, rebeldía, soberbia y mal genio, de eso me sobra. Ojalá lo hubiese sacado más en vez de mostrar una paciencia que no tenía y que me comía por dentro a veces.
Gracias verano y gracias invierno. Gracias instinto. ¡Y gracias tecnología, te adoramos!

Gracias Papá, Mamá, mi Tutin y familia. Gracias a una amiga que todos los días desde Agosto, sin fallar ni uno sólo, ha estado demostrando más que nadie su amistad. Gracias a todas las personas (dos en concreto que no precisan ser nombradas) que han estado al pie del cañón y que eran conscientes del problema. Gracias a dos amigos que me han acogido en su casa durante muchos días, sacándome sonrisas y obligándome a comer. Y gracias a una persona que acabo de conocer que incluso en estas circunstancias demuestra ser una mujer de los pies a la cabeza. Gracias, de corazón.