miércoles, 14 de enero de 2015

Je suis Charlie

Ejemplar Charlie Hebdo 14 enero
Charlie Hebdo: el periódico que todo el mundo deseaba esta mañana y sólo unos pocos hemos podido adquirirlo, puesto que a las 7.45 de la mañana no quedaba ningún ejemplar en todo París. Con una tirada de cinco millones, ha sido traducido a dieciséis lenguas además de exportarse a países occidentales.

Pancarta manifestación 11 enero
Hoy se cumple una semana del atentado terrorista a la redacción por parte de dos hermanos yihadistas Kouachi, debido a una publicación ofensiva en 2012. Cuando en París, muchísima población es árabe, musulmana e islámica, no dudé en preguntar y, sin embargo, nadie defendió el atentado: “en serio, ¿quién se acordaba de esa publicación de hace tres años?”, “esto ya no es que defendamos una religión, esto es terrorismo, no hay quien defienda eso”, “antes de ser francés, español, católico, musulmán o judío, somos personas. Somos seres humanos. Esto es una injusticia”. Y es que, el atentado no sólo se cobró la vida de los periodistas, sino también de policías y agentes de seguridad, además de la inestabilidad y miedo que sienten actualmente los ciudadanos judíos y musulmanes.

"Somos Charlie y somos libres"
Tras el atentado, se han llevado a cabo marchas ciudadanas y republicanas en la capital francesa, para demostrar la solidaridad con Charlie Hebdo y es resto de víctimas: de hecho, yo asistí a la manifestación del domingo 12 de enero, celebrada en Place de la République. Más de un millón y medio de personas de diferentes nacionalidades se agruparon para denunciar al terrorismo y defender la libertad de expresión (sólo en París, en otras ciudades se llegaron a registrar 2,5 millones). En el trayecto, el metro era una misión imposible: la gente no cabía y realmente íbamos como sardinas en lata. 
Salida de metro Strasbourg St-Denis
Cuando uno quería salir, teníamos que gritar para “medio-intentar” hacer hueco en ese caos, y a su salida se gritaba cuántas plazas quedaban libres (cuántas personas habían salido) y así saber cuántas podían entrar: eso no se he visto ni en el metro de Japón. Aquellos que salían nos deseaban “courage!” (ánimo/valor). El problema fue cuando nos avisaron de que la parada de metro de République (la que correspondía con el lugar de la manifestación) estaba colapsada y la habían cerrado, por lo que tuvimos que bajarnos una parada antes, donde toda LA MASA decidió acompañarnos. Salir del metro se convirtió en una verdadera cruzada, puesto que éramos cientos de personas embotelladas intentando grabar, sacar fotos, dándonos la vuelta para ver cuántos éramos.
Tras veinte minutos bajo tierra, salimos para darnos cuenta de que, la gran multitud estaba fuera.

Bandera (facilitada por Verónica Lawson)
Una de las cosas que más me emocionó nada más salir fue escuchar a todos los presentes entonar el himno francés (La Marseillese), que tiene una letra preciosa. Sentí lástima porque, lamentablemente, nosotros españoles jamás podremos cantar nuestro himno. Qué decir acerca de la cobertura: ya podía ser el apocalipsis porque no tuvimos línea desde las 14.30 hasta las 19.00, por lo que fue imposible llamar o compartir a través de las redes sociales. La red estuvo colapsada durante toda la tarde debido a la gran multitud en la zona.
Padre e hijo
Por suerte nos hizo sol y no se convirtió en una manifestación pasada por agua, por lo que decenas de banderas francesas ondeaban al viento, muchas de ellas con el eslogan “Je suis Charlie”, otros simplemente llevaban pancartas sobre la libertad de expresión o derechos, otros lápices enormes… El disgusto y el dolor se habían unido y se mascaban ese domingo. El ambiente además era realmente multicultural y había gente de todas las edades: desde padres que sostenían a sus hijos pequeños a hombros y los pequeños con carteles que rezaban “Je suis Charlie”, jóvenes que reivindicaban sus derechos, gente de avanzada edad quejándose del legado que les dejan a sus nietos…

Panorámica de la manifestación
 A los gritos de “Expression, liberté!” le siguió el movimiento de masas. Verónica y yo intentábamos avanzar entre la muchedumbre, ardua tarea para dos periodistas sin carné de prensa. Muchos árabes y musulmanes se presentaron a la manifestación y, precisamente una familia llamó mi atención: el padre portaba un cartel donde se leía “Somos una familia musulmana: también somos franceses, también somos humanos y también somos Charlie”.
Lápices "franceses" que son la vida
Era lo que realmente destacaba: ciudadanos islámicos contra la barbarie llevada a cabo la semana anterior y que se mostraban completamente abiertos y participativos en gran mayoría. Cuanto más nos acercábamos a Place de la République, el número de personas mareadas o desmayadas, seguidas del cuerpo de bomberos (Sapeurs Pompiers de Paris), la Gendarmerie o la Policía aumentaba considerablemente. Algunos incluso nos decían que no era buena idea, porque íbamos a contracorriente del resto de personas.

Place de la République
Hará poco menos de un mes que publiqué a través de Facebook e Instagram de la plaza parisina y aseguro que no tenía nada que ver un panorama con el otro: cientos de personas alrededor y decenas  de ellas subidas a la escultura monumental, con diferentes banderas y pancartas. La estatua que representa a la igualdad presentaba una cruz negra en spray en su boca. Los jóvenes gritaban “VOUS ÊTES QUI?” (¿quiénes sois?) a lo que el gentío de abajo respondía “CHARLIE!”. Me sería imposible describir lo vivido aquel día: las manifestaciones siempre me han agobiado y no he simpatizado con ellas. 
Una chica se dio la vuelta al vernos hablar y nos dijo en francés “gracias por venir desde tan lejos” a lo que la contesté “vivimos aquí”, ella sonrió tristemente y respondió “os he oído hablar español, pero igualmente gracias. Nos honra que extranjeros que viven aquí se sientan parte de nuestra sociedad y nos acompañen también en los malos momentos”.
Chica con pancarta "hippie"



Lamentablemente, el gobierno francés con otros muchos presidentes europeos no quisieron apoyar abiertamente la manifestación, sino que lo hicieron aparte. Los reyes y la plebe nunca se han dado la mano. Francia demostró sin duda ser un gran conjunto en esta situación. Como lo fuimos nosotros aquel fatídico 11-M. Qué lástima que sólo nos demos cuenta de lo poderoso que es un pueblo en este tipo de situaciones y de lo duros que pueden resultar nuestros mensajes. 

Los carteles se agitaban, las voces se alzaban más y más y nosotras acompañábamos a un París levantado cantando su himno. Ahora somos parte de Francia y también me honra decirlo. 







Agradecer a mi prima, Verónica Lawson-Vilches por la foto facilitada (la bandera francesa con el eslogan "Je suis Charlie" y la siguiente.

Porque yo también soy Charlie

No hay comentarios:

Publicar un comentario