jueves, 9 de enero de 2014

Verdad

Me dijo que, a pesar de que hacía las cosas complicadas (para mi y para todo el mundo), debía seguir luchando, que yo podía aguantar cualquier asalto, que seguía habiendo gente que me necesitaba. Yo le contestaba entre lágrimas que lo sabía, que me había recuperado, pero que, intentaba luchar y en ocasiones me desplomaba tras intentarlo y esforzarme.
Me instó a que siguiese luchando, que yo siempre había sido de las que lo intentaban una y otra vez, que yo no era de las que decían "Oh, eso no lo conseguiré nunca". A estas alturas de la conversación me había sentado entre sus piernas y él me pasaba los dedos entre el cabello. "Mi pequeña Heidi, nadie es perfecto. Cuanto más la busques, cuanta más desesperación pongas en tu empeño de encontrarla, mayor será la caída. La gente como tú da a entender que no sentís nada, pero eso no es la exclusiva del sufrimiento. En ocasiones te sentirás perdida e incluso hundida e inferior. Pero las decepciones te harán fuerte".
Le contesté que seguía sin entender todo...
"¿Qué es lo que no entiendo? ¿El levantarte de la cama con sensación de fracaso? Se genera porque ves que alrededor todos parecen conseguirlo. Y no me vengas con absurdos de que tú no puedes, aunque lo intentes. Que parezca que lo consigan, no significa que lo hayan conseguido".


La verdad es dura, la verdad es incómoda y a menudo la verdad duele. La gente dice que quiere saber la verdad pero ¿es cierto? La verdad es dolorosa, en el fondo no queremos conocerla, sobre todo cuando sabemos que nos afectará. A veces decimos la verdad porque es lo único que podemos ofrecer. A veces decimos la verdad porque necesitamos decirla en voz alta para poder oírla, otras veces la contamos porque no podemos aguantarnos y otras la contamos porque a alguien le debemos al menos eso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario