Entre
la piel y la sangre tengo una cantidad de amor coagulado que no sé qué hacer
con él.
Tengo
los ojos tristes pero con esperanza. Tengo el cuerpo cansado de todo y de nada.
Pero tengo el corazón sangrante que supongo que eso es bueno porque me recuerda
que está ahí. Sí, el corazón lo siento y, como todo lo que siento, me da
ánimos. Los caminos de mi razón a veces me dan miedo porque no sé por dónde
quieren llevarme y trato de no pensar… Últimamente me están fallando demasiado.
Los sentimientos y la razón.
Trato
de llevar una vida controlada, caminando sin pisar fuera del borde (o al menos
sin salirme de la raya). Y no quiero hundirme porque no quiero que me rescaten.
Ni quiero que me protejan más de lo que necesito. Ni quiero dormirme sin
motivos. Ni quiero que me lleven la
contraria ni que me den la razón. Pero tampoco me gusta esta sensación de
vacío. Un vacío sepulcral. Y esto sí que no sé cómo remediarlo. Siento que los
recuerdos me molestan.
Y
necesito unas vacaciones para que me evada y deje de sumergirme en mis
pensamientos, mis ideas y mi atonía. No quiero que mi atención se desvíe y se
dirija a cosas sin importancia, cosas que no servirán ni ahora ni a mi futuro.
Hace días estallaba y ahora me desinflo. A veces parece que hasta dudo de quién
soy o qué quiero ser. Me planteo preguntas que antes sí tenían respuestas y
ahora no hallan más que el silencio. No la tienen. Me siento débil y sin
camino. Lo lamentable es que, realmente, ni he hecho el intento de conocerme
más profundamente, sólo vivo y exprimo, y vivo, y vivo… ¿Rutinariamente? No sé
quiero creer que no. Pero soy un pozo hondo sin sabiduría. No me siento como
antes, para nada. Tampoco salgamos de lo paradójico que ni me siento bacteria
ni invisible ni nada de eso, simplemente me siento distinta.
Que los
días no eran buenos, pero es que han ido yendo de mal en peor. Y lo que quiero
es saltar, correr, gritar, porque echo de menos los días felices. Y quiero
apartar los cuestionamientos de existencia y las búsquedas de respuestas, porque
es que ni se saca nada positivo ni vale la pena sentirse así. Que sí, que la
mayor del tiempo ahora tengo miedo, pero también soy consciente de mi simple felicidad. De lo sencillo que es hacerme
reír, lo querida que me siento a veces, lo fácil que es tirar de mí y llevarme
a donde sea. Lo fácil que soy para coger cariño. Soy fácil de obtener, de
molestar, de querer, de utilizar, de abandonar, pero parece ser que la mayoría
no se dan cuenta de que también soy fácil de dañar.
Trato
de alejar el dolor, pero parece que ha encontrado su sitio entre la segunda y
tercera costilla. Parece que lo único que le falta es un butacón de tronista,
porque se sienta ahí y finge que no sucede nada. Pero lo más mínimo que hace,
me llega adentro. Quiero tener la valentía de poder quemar ese butacón con el
dolor y que ardan rápidamente. Pero lo único que obtengo es remordimiento y
hundir más mi dignidad. El problema es que finjo estar bien cuando realmente
estoy destruida por saberme utilizada. Ah, y eso también me convierte en
estúpida. Sufro. Tengo ganas de huir y escapar, pero no de las personas, sino
de lo que siento.
Pero
esto tiene que acabar, a pesar del miedo y de lo confundida que me sienta, tengo que saber qué pensar, qué hacer, qué
decir y cómo actuar. A pesar de los desahogos ni yo misma me entiendo y no es
que me importen mucho las críticas de los demás o cómo me juzgue el resto. Se
acabó el pánico. Comenzará de nuevo el control y cerraremos el corazón bajo
llave.
Así que
hoy, me quedaré en la cama para disfrutar del silencio, de la libertad y de mi
autonomía. Porque la dueña de mi vida soy yo: me esfuerzo y consigo lo que me
propongo. Esta sensación, a veces la confundo con vacío porque parece que si no
siembro tristeza y angustia, no hay sentido… Que no es malo porque no todo es
amor en esta vida. En realidad, mi vida soy yo misma, que no todo se soluciona
con la energía del amor, a pesar de que fortalezca todos los sentidos, y sobre
todo el amor hacia uno mismo. Y por eso tengo escrito en mi pared “Ámate
y ama”, para fijarme y recordarme la razón por la cual estoy aquí.
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