Como dijo Octavio Paz, "hay quienes lloran con lágrimas y quienes lloran
con pensamientos". Y me podría pasar las horas muertas explicando el significado
de esa frase, o el que le doy yo, lo que representa para mi. Pero creo que no
me apetece tirar de ese costado hoy. Como siempre, necesito detalles, me emocionan los detalles, los adoro.
Pero no las generalidades, que en cambio, detesto. Pero a falta de unos y de
otros, aquí cada uno se monta su película y au (a quien no lo entienda,
ver diccionario valenciano-castellano). Digo esto porque el mundo es el mejor
ejemplo del teléfono escacharrado, y cuando no es por eso, las noticias vuelan.
Y por norma general, si era algo bueno, se convertirá en malo. Y si es malo,
será peor. Y si habías salido de Málaga, te meterás en Malagón.
Esa es la pena. El mundo, sus personas, se mueven por codicia, con malos
pensamientos. Mi profesión me enseña que el mundo es feliz hundido en miseria,
que cualquier noticia pesimista es capaz de enganchar a millones de
telespectadores (guerras alrededor del mundo, cae la Bolsa, la crisis aumenta y
sube el número de desempleados en el país, privatización de sanidad y
educación, Cospedal pierde la demanda contra Bárcenas y demás corrupción, la
Doctrina Parot que está haciendo estragos en la creencia (si es que la había)
de justicia de España y así un larguísimo etc). Pero sin embargo, son incapaces
de transmitir noticias que conmuevan de verdad, como una mujer que da a luz a
10 niños en India, un bebé de 20 meses es fichado por un equipo de fútbol belga
al ver cómo maneja el balón, un perro cuida de un niño con Síndrome de Down, un
niño filipino que gana “The International Children’s Peace Prize” (tras huir de
su casa a los 4 años y ser acogido tiempo después, se dedica, desde su séptimo
cumpleaños, a ayudar a otros niños en su situación)…
Ha habido intentos de crear diarios con este tópico, pero no rentan. Qué
lamentable me parece. Pero yo no voy a llegar y cambiar el mundo. Esa no es mi
misión. Ni la de nadie, creo yo. Quizá deberíamos poner más de nuestra parte y
aunque no hay un camino exacto para hallar la felicidad, sí se puede intentar
encontrarlo.
"Defender la alegría como un
principio... defender la alegría como una bandera... defender la alegría como
un destino... defender la alegría como una certeza... defender la alegría como
un derecho" (Mario Benedetti)
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