Como dice mi abuela, yo nací indignada y así
me pasa, que todo me parece mal.
Yo no sé si feminista se nace o se hace, pero
cuanto más me fijo en ciertas cosas, más me enfado. Hace dos días, el 11 de octubre, fue el Día Internacional de la Niña y vi la famosa
foto de “alienten a sus hijas a estudiar, a viajar, a crecer y NO a
buscar marido” en Facebook. Estereotipos, estereotipos, estoy HARTA de ellos. Entré en la
foto (que posteriormente publiqué) y claro, no sé por qué me sigue
sorprendiendo que haya más mujeres en contra de esa foto.
Bueno, ¿y
qué tiene de malo aconsejarles para un futuro con su pareja? ¡Parece que ahora
estamos en contra de las familias!
¿Disculpe? ¿Mande? Señora, no es que esté en
contra de las familias ni que yo quiera crear controversias, pero ¿cómo puede defender que antes marido a
realizarse como persona? ¿Por qué seguimos teniendo la cabeza tan llena de
serrín? ¿Le digo por qué? La historia es sencilla, yo soy la mayor de cuatro
hermanos y los dos pequeños son la parejita con 21 meses de diferencia. El niño
es el mayor y luego está la niña. Como las dos mayores somos dos chicas y nos
llevamos cinco años de diferencia, no reparé en algunas costumbres que tiene la
gente. Pero para que se sepa, me duele cuando le dicen a mi hermana lo guapa
que está. Que conste que es preciosa, puede ser amor de hermana-madrina, pero
mi hermana es guapísima, lo tengo muy claro. Cuando nos hemos tenido que
encontrar con amigos o familiares, cuando hemos paseado, la gente le dice “qué
guapa estás”. Yo no soy madre, pero tengo una relación muy estrecha con ellos y
la diferencia de edad (16 y 18 consecutivamente) puede ayudar, y me puede enorgullecer, pero
lo que percibí fueron los comentarios cuando veían al niño: “qué energía tiene”
o “qué espabilado estás”. ¿Qué pasa, que no es guapo? Él llamaba más la
atención que ella en un principio, y aunque de vez en cuando le dijesen lo
guapo que es, los comentarios iban más bien enfocados a su carisma, a que es
buen deportista, a su inteligencia. ¿Ella no tiene energía, no es espabilada?
Difícil de creer, cuando la ves dando botes, bailando, saltando. A estas
alturas, puede que creáis que estoy planteando una obviedad: vivimos en una
cultura (a nivel MUNDIAL) en la que la presión social sobre la mujer para que
trate de alcanzar unos cánones de belleza establecidos es innegable. Una
realidad en la que parte de las “obligaciones de una mujer” (lo pongo entre
comillas porque yo sigo sin saber qué son las obligaciones de una mujer, no me
lo enseñaron en mi casa, lo siento) parecen ser cuidar su imagen y estar guapa.
Durante mis vacaciones, mi hermana me preguntó
“¿estoy guapa?”. Al escucharle, se me
pusieron los pelos de punta. Acaba de cumplir ocho años y ya tiene
interiorizada la idea de “estar guapa”, ¿por qué? Fácil. Nada como escuchar
continuamente “qué guapa estás” acompañado de sonrisas y gestos de aprobación. Hace ya dos años y
medio que no vivimos bajo el mismo techo, pero sentí que quería borrar esa
pregunta de su cabeza, para siempre. Tenía ganas de gritar al mundo y a ella
especialmente “cariño, no estás guapa. ERES guapa, indiferentemente de la ropa
que lleves o si te acabas de levantar, porque tienes CUALIDADES HUMANAS y una
actitud ante la vida que te hacen ser preciosa: luchadora, inteligente,
bondadosa, empática, valiente y muchas otras cosas más”.
Pero yo no puedo borrar esa pregunta de su
cabeza, no lo puedo lograr si la gente continúa diciéndole lo guapa que está.
Las palabras de alabanza y los mensajes positivos son clave para que los niños
crezcan con una autoestima fuerte y se desarrollen felices, pero si la
autoestima de una niña se basa en si los otros la ven guapa o no, estamos
perpetuando los cánones de belleza y la “obligación de las mujeres” a cumplir paradigmas preestablecidos, además
de limitar su valor a determinada apariencia.
Y aquí es cuando reitero la importancia de
estudiar, de viajar, de aprender cosas nuevas, no a buscar marido. Yo vivo con
mi novio y hace poco me dijeron “qué suerte que tu novio te ayude en casa”. Y
yo me quedé muda, en serio, era la viva imagen del emoticono del WhatsApp con los ojillos como platos, ¿cómo que qué suerte de que me ayuda en casa? La casa no es mía, es de los dos.
Los dos trabajamos, los dos tenemos vidas. A veces cocino, a veces cocina, a
veces pedimos a domicilio. A veces plancho y a veces plancha. ¿Por qué damos
por sentado que YO porque he tenido la suerte de ser MUJER tengo que limpiar,
cocinar, trabajar, planchar y encima estar como una diosa las 24 horas del día
posibles? ¿Por qué no hay que alentar a las hijas a tener marido? PORQUE NADIE
ALIENTA A HIJOS A TENER ESPOSAS, porque hay futuro sin casarse también. A mí nunca me han dicho que yo debía aprender
a planchar camisas de hombre para un futuro con ellos. Ni cocinar, ni nada. A
mí, mis padres nunca me han hablado de las “obligaciones de mujer”. Así que, si
yo no tengo hambre y no quiero cenar, Xavier se hará un huevo y santas pascuas,
y si mañana no trabajo y no me maquillo, no pasa nada, porque si lo hago ES POR
MI, no por gustar a la sociedad, yo ya sé cómo soy.
Y habrá a quien le parezca que saco de quicio
las cosas o que soy una histérica. Pero prefiero tomar medidas antes de tiempo.
Mi hermana tiene ocho años y aún no está
metida en presiones sociales que antes o después percibirá: leerá revistas y
verá la televisión. Habrá gente que le dirá (como a mi) “¿todo eso te vas a comer?”, pues si, ¡y si te descuidas me comeré
tu ensalada mal aliñada también! No podemos evitar todo eso, ni quiero hacerlo,
pero si quiero que tenga claro que lo importante es crecer como persona, luchar
por lo que se quiere, estudiar lo que le gusta, vivir. Eso le va a hacer bella
también. La belleza exterior es temporal, independientemente de cómo se vista,
de cómo se peine, etc. Las palabras de todo el mundo tienen tanto impacto en
ella como las mías en su autoestima y en sus creencias. Así que no digáis a más
niñas que están guapas. Y a los que tienen chicos, hacedles ver que ellas
pueden ser tan creativas, deportistas, fuertes y valientes como ellos.
Señora de Facebook, tan indignada como yo,
pero de otro modo, entre todos podemos enseñar que algunas “formas de hablar
preestablecidas” cambien y que así niños y niñas crezcan más felices y seguros
de sí mismos; que he aprendido a utilizar un abrelatas con 24 años, y no soy
“menos mujer”, que ya no vivimos en el siglo XX, y que no pasa nada si tengo 26
años, no estoy casada, no quiero hacerlo y no tengo hijos. No alentéis a hijas
a buscar marido. Alentadles a ser mejores personas, a ser bondadosas,
persistentes, curiosas, empáticas, tenaces, a ser valientes, a luchar, a viajar,
a conocer, a aprender, a estudiar, a cualquier otra cualidad que apreciéis en
ellas. Decidles que el saber no ocupa lugar.
Que el hecho de ser sentimental o que no se les den bien
los números no les haga ser débiles o estúpidas. Que si cocinan o planchan es porque
tienen hambre o porque tienen una entrevista hoy, no por un futuro con un
hombre.